27 de marzo de 2024

Infringir-infligir, cazar-casar, encauzar-encausar, dadivar

10 de julio de 2013
10 de julio de 2013

osorio efraim

Ignoro qué tan fraile sea quien escribe las Cartas a Juan José, y que firma con el seudónimo de El Fraile. Si fuese uno de verdad, supongo, tendría la educación suficiente para no confundir ‘infringir’ con ‘infligir’, fenómeno más frecuente de lo aceptable en quienes escriben. En su último artículo, así garrapateó: “…son a mi juicio las patologías que afectan a un grupo de actores de la fiesta que al plasmarlos en actos (…) infringen unos daños irreversibles…” (LA PATRIA, 16/6/2013). ‘Infringir’ es lo que hacemos todos los días y a todas horas los seres humanos, a saber, ‘quebrantar’ cuanta norma existe para controlar el modo de comportarnos en sociedad. ‘Infligir’, en cambio, es causar daños físicos o morales, e imponer castigos. Esta confusión, por ejemplo, ‘infringe’ los principios de la semántica y le ‘inflige’ un daño enorme al lenguaje. ***

En piedra semejante tropezó el columnista Jorge Enrique Pava Quiceno, trompicón que lo hizo confundir los verbos ‘casar’ y ‘cazar’ en las siguientes oraciones: “…las ambiciones politiqueras de algunos de nuestros representantes, que se empecinan en cazar peleas oportunistas…” (LA PATRIA, 21/6/2013); “Llevamos ya varios años destruyéndonos entre nosotros (…); cazando peleas intestinas…” (Ibídem, 28/6/2013). Aunque el señor Pava Quiceno no anda del todo descarrilado, puesto que ‘cazan peleas’ podría decirse de todos aquellos que, como los cazadores detrás de su presa, pasan su vida buscando camorra, el dicho ‘casar peleas’ es un colombianismo que significa “concertarlas”. Es muy acertada esta acepción, pues, me parece, tiene alguna relación remota con una de las que la Academia de la Lengua le da al verbo ‘casar’, a saber: “Dicho de un jugador y el banquero: Poner sobre una carta cantidades iguales”. O con ésta: “Unir, juntar, o hacer coincidir algo con otra cosa”, por ejemplo, ‘casar la oferta con la demanda’. De todas maneras, como queda dicho, la expresión es un colombianismo que se escribe así: ‘Casar una pelea’. ***

Al Correo Abierto de LA PATRIA escribió el señor Gildardo Muñoz Gálvez lo siguiente: “Es por ello, que se debe recurrir a la complementariedad que se viabiliza en la interdisciplinariedad, para hacer lecturas que encausen acciones consideradas bajo un modelo de cooperación fuerte en la innovación constructiva de procesos organizacionales territoriales…” (24/6/2013). “…que encaucen acciones…”, señor. En este período, que, francamente, no entendí, el redactor confundió los verbos ‘encausar’ y ‘encauzar’. Ello es que ‘encausar’, sinónimo de ‘procesar’ (en Derecho), significa “formar juicio criminal a alguien”. ‘Encauzar’, en cambio, el término adecuado para la expresión de la idea pretendida, quiere decir “llevar a alguien o algo por buen camino o evitar que se desvíe”. Sus sinónimos son ‘dirigir, encaminar, guiar; enseñar, educar’. No le menciono ese feísimo ‘que galicado’ (“es por ello que”) ni la coma que lo escinde, porque ya la Academia de la Lengua lo tolera, sin más argumentos que su uso en libros y periódicos. ¡Siquiera se murieron don Rufino y don Andrés! ***

‘Dadivo, dadivas…, dadivaba…, dadivé, dadivaste, dadivó…; dadive, dadives…, dadivase…, dadivara…; he, había, hube… dadivado; dadivado, dadivante; dadiva, dadivad, dadiven’: Así, si alguien alguna vez lo hizo, conjugaban el verbo ‘dadivar’ hasta finales del siglo pasado, cuando la Academia de la Lengua lo puso en la lista de términos anticuados (El Diccionario, 1992). En su entrevista a Yolanda Ruiz, profesional de la radio, el columnista Luis F. Molina trató de darle respiración boca a boca en la siguiente afirmación: “Por ello, hay cosas que ahora atesora laboralmente por la armonía que dadivan” (LA PATRIA, Papel Salmón, Luis F. Molina, 23/6/2013). Generalmente, muchos sustantivos provienen de verbos, por lo cual en su definición se dice que son “la acción y el efecto del verbo correspondiente”, verbigracia, ´donación’, “acción y efecto de donar”. De ‘dadivar’ se dice simplemente “regalar, hacer dádivas”. Y esto, supongo, porque no existía cuando ya circulaba el sustantivo ‘dádiva’ (del latín ‘dativa’, plural de ‘dativum’ = donación), “cosa que se da gratuitamente”. Según Corominas, el vocablo ‘dádiva’ apareció documentado a principios del siglo XII. Luego, no sé cuánto tiempo después, en el refrán “dádivas quebrantan peñas”, usado por Cervantes en su sin igual obra, y que significa lo siguiente: “Los regalos, los ofrecimientos y los sobornos todo lo consiguen”. Lope de Vega lo expresa así: “…que las dádivas son puertas para conseguir favores de las Porcias y Lucrecias” (La Estrella de Sevilla). Y a los ‘sobornados’ les decían ‘dadivados’. Además de ‘dádiva’, aún andan por ahí el sustantivo ‘dadivosidad’ (“cualidad de dadivoso”) y el adjetivo ‘dadivoso-a’ (“liberal, generoso, propenso a hacer dádivas”). Conclusión: Tiene todo su derecho el señor Molina de tratar de resucitar ese verbo, porque, si antes fue castizo, ¿por qué no hoy? No importa que su conjugación sea tan poco atractiva como un circo sin payasos. ***

La VEINTITRÉS: Aún se desconocen las medidas que el gobierno municipal dizque piensa tomar para frenar su despelote y el de todo el centro histórico de la ciudad, y  para restablecer su prístina belleza. ¿Serán suficientes, y será capaz el mandatario de hacerlas cumplir?