Augusto León Restrepo
Caldas puede seleccionar ahora la mejor alternativa en tres excelentes candidatos, todos de rango superior. Julián Gutiérrez es hijo de Ernesto Gutiérrez Arango, personaje histórico que hizo brecha profunda en todas las dimensiones. Hombre de estado, del más selecto copete social y económico, administrador de empresas educativas, gratísimo escritor, pionero señorial cuya memoria es patrimonio de todos los caldenses. Eugenio Marulanda nos llega de lo alto. Siempre estuvo gerenciando sociedades nacionales con aplaudida capacidad y resultados óptimos. Es un triunfador. Por último, Augusto León Restrepo vocero auténtico de la provincia,experimentado en administración pública, de vida intachable, portador de nobles valores intelectuales.
Escrito este prólogo justiciero, pido permiso para hacer una afectiva radiografía de quien en polifacéticas tareas, ha sido mi hermano. Conozco a Augusto León desde su juventud traviesa, de espíritu entaconado, comprometido a fondo con su Partido Conservador. Fue amigo de Mariano Ospina Pérez, cercano a Belisario Betancur,contertulio de García Márquez y Alvaro Mutis, intérprete del pensamiento político de José Restrepo Restrepo. Esa es la razón para haber sido Director de LA PATRIA. Mocetón ambicioso, hizo proselitismos por municipios y veredas con Omar Yepes, Emilio Echeverri, Guillermo Ocampo, Humberto Arango, Baltasar Restrepo, Hernando Yepes y otros quijotes,para sembrar las tesis que ennoblecen la parábola de la vida. Tiene decantada experiencia como hombre de estado. Estuvo en comandos administrativos, comenzando, al estilo de Oscar Ivan Zuluaga, como alcalde de su pueblo, Anserma. Después, uno tras otro, ocupó siempre cargos de responsabilidad dejando estela de vitalidad infatigable y de probidad en los manejos de los dineros públicos.
Es limpia su trayectoria. Tiene un concepto espartano de la responsabilidad y sabe proyectarse como probo gobernante. Nadie en Colombia puede enrostrarle un desliz, ni sembrar sospechas en su contra, ni tampoco inculparlo de un solo desatino. Su vida ha estado expuesta en urna de cristal. Lo asiste una diáfana cordura en sus actos públicos y privados. Detesta los escondrijos, los turbios claroscuros, los mensajes ambivalentes. Suyo no es el arrepentimiento porque no ha cometido ni siquiera la sombra de un pecado venial.
Además, Augusto León Restrepo es un intelectual. Pertenece al elitismo académico de un Vaclav Havel o un Georges Pompidou y maneja un estilo suelto y picarón parecido al de su pariente , el diabólico Ñito Restrepo. Su discurso es diáfano, aguerrido defensor de sus propias ideas, polemista fiero, de vertical solidez ideológica. Tenerlo de contraparte es una temeridad. Obsesivo y testarudo a veces, galante en el diálogo, afirmativo y porfiado cuando con ímpetu defiende sus principios. Su apartamento en Bogotá es un areópago. Con Jorge Mario Eastman, Jaime Córdoba, Otto Aristizábal y el autor de estas líneas, hemos sido sorprendidos muchas veces por los destellos de la aurora, inmersos en gratos alcoholes, recitando versos, o en ardorosas polémicas, matizado el ambiente, auditivamente, con música que el andariego Restrepo ha traído de sus frecuentes itinerarios por los confines del mundo.
Cualquiera de los candidatos que sea elegido en la democrática contienda,desempeñará un mandato excepcional. La providencia nos ha deparado una oportunidad, pocas veces repetible, de tener tres ases en la mano de incalculable contenido humano.
Solo me resta decir que Augusto León Restrepo es el mío. Gallardo él, espadachín intelectual, poeta magnífico, orador diserto, denso en cultura, con títulos esclarecidos para ser el próximo gobernador de Caldas.