18 de abril de 2024

Pago-a, a (en el acusativo), después, transar

25 de junio de 2013
25 de junio de 2013

efrain“Si eso hay –dijo Panza–, yo renuncio desde aquí el gobierno de la prometida ínsula, y no quiero otra cosa en pago de mis muchos servicios sino que vuestra merced me de la receta de ese extremado licor…” (Don Quijote de la Mancha, I, X). En esta muestra, el sustantivo ‘pago’ tiene el significado de “satisfacción, premio o recompensa”. Posee, además, las siguientes acepciones: “Entrega de dinero o especie que se debe. // Distrito determinado de tierras o heredades, especialmente de viñas u olivares. // Pueblo pequeño o aldea”. No es dicho sustantivo, sin embargo, la intención de este aparte. Lo que quiero puntualizar es el uso de ‘pago-a’ como adjetivo o participio pasado, porque Un Lector llamó a Línea Directa para decir lo siguiente: “La portada y la página 1B de mayo hablan de la televisión paga. No se dice así sino pagada” (LA PATRIA, 7/6/2013). Desde finales del siglo XIX (si desde antes, lo ignoro) ya se usaba el adjetivo ‘pago-a’ con el significado de “aquel a quien se ha pagado”, por ejemplo, “ya él quedó pago”. Así, hasta la vigésima primera edición del diccionario de la Real Academia de la Lengua (1992), en la que, además de su carácter de adjetivo, aparece con el de participio pasado irregular de ‘pagar’ (su participio regular es ‘pagado-a’). Y en la edición siguiente (2001) dice escuetamente que es el participio pasado irregular coloquial del verbo tratado, lo cual está muy bien, porque todo participio pasado se puede emplear como adjetivo calificativo. Hay que hacer hincapié en el adjetivo ‘coloquial, para tener siempre en cuenta que su uso es “propio de una conversación informal y distendida”, según la misma Academia. ***

“Ellas se están comiendo al gato” es un libro de relatos, de Miguel Ángel Manrique, tema de la columna Imprecisiones, de Camilo Gómez Gaviria (Papel Salmón, 9/6/2013). Alguien debió soplarle al autor que a su libro le quedaba mejor el título “Ellas se están comiendo el gato”, porque, gramaticalmente, este complemento directo (acusativo) –gato– no pide la preposición. Es como decir “los gatos se están comiendo a la carne”. Por regla general, el complemento directo no rige la preposición ‘a’. Una de las excepciones a esta regla se presenta cuando se impone ‘determinar’, por ejemplo, si el nombre del gato del cuento fuese Fifi, habría que construir la frase de este modo: “Ellas se están comiendo a Fifi”. Decir “se están comiendo Fifi” suena tan mal como “visitamos Bogotá”, aunque el uso extendido obligó a la Academia de la Lengua, tan condescendiente ella, a aceptar esta última construcción (Cf. Nueva Gramática de la Lengua Española, 34.8q). Sea de ello lo que fuere, el título del libro mencionado es gramaticalmente incorrecto. ***

Los adverbios ‘antes’ y ‘después’, como otros términos, están en vías de extinción, por culpa del uso ilógico o forzado de ‘previo’ y ‘posterior’. El columnista Yohir Akerman redactó así: “La OTAN  es una entidad de carácter militar creada posteriormente de las negociaciones entre los dignatarios del Tratado de Bruselas de 1948…” (LA PATRIA, 7/6/2013). “…creada después de las negociaciones…”, señor. Aunque los dos adverbios, ‘después’ y ‘posteriormente’, pueden determinar circunstancias de tiempo, no se deben emplear indistintamente. El uso forzado de ‘posteriormente’ en lugar de ‘después de’ en la frase del señor Akerman lo hace reprochable en ella, más aún por el empleo de la preposición ‘de’ en lugar de ‘a’. El uso adecuado de las partes de la oración es el secreto de una buena redacción. Lo dijo Cervantes: “La salsa de los cuentos es la propiedad del lenguaje en cualquiera cosa que se diga” (Persiles y Sigismunda, Libro III, capítulo VII). ***

‘Transacción’ no es ni la acción ni el efecto de ‘transar’, sino de ‘transigir’, verbo que viene del latino ‘transigere’, que significa ‘atravesar; arreglar, acomodar, transigir, pactar, ajustar’. Por esto, ‘transacción’ es un  “trato, convenio, negocio”. El columnista invitado de LA PATRIA, Isaías Tobasura Acuña, empleó el verbo ‘transar’ con el significado de realizar una transacción o hacer negocios, en la siguiente frase: “…10 o 12 millones de montañeros que no transan o transan muy pocos bienes y servicios en el mercado” (8/6/2013). ¿Quiso decir, entonces, que esos montañeros no hacen o hacen muy pocas transacciones (comerciales) de bienes y servicios en el mercado? Posiblemente. El verbo ‘transar’, un barbarismo para el académico Roberto Restrepo, llegó al diccionario de la Academia apenas en 1956 (decimoctava edición) con la siguiente acepción: “América. Transigir, ajustar algún trato, especialmente en el terreno comercial y bursátil”. En las ediciones posteriores, la rectora del idioma le suprimió la última parte a la definición, que quedó así: “Transigir, ceder, llegar a una transacción o acuerdo”. Aunque admitido por la Academia, el verbo ‘transar’ es un sinónimo espurio de ‘transigir’, un barbarismo o, como lo califica don Rufino, “un término incorrecto por transigir” (Apuntaciones, 915), que en la actualidad se usa sólo para expresar ‘cesión, renuncia o entrega’ en frases como ésta: “Pedrito es tan poca cosa, que se transa por cinco pesos”. ***

 

La VEINTITRÉS: Su abandono es muestra de la desidia e indiferencia oficiales.