29 de marzo de 2024

No podemos seguir tolerando más abusos y maltratos contra la mujer

28 de mayo de 2013

El feminicidio es una conducta reprochable que ataca todas las esferas de la sociedad, no tiene distinción de estratos ni de condiciones sociales y algo aún más preocupante, en la mayoría de los casos, no solo es la mujer la afectada sino que también los hijos, quienes quedan con imborrables heridas físicas y psicológicas que pueden derivar que en un futuro sean abusadores y maltratadores de mujeres.

Colombia era una sociedad anestesiada, indiferente con el trato que se le daba a sus mujeres, pero realidades como estas han despertado la necesidad de crear mecanismos eficaces que apunten de manera directa a eliminar de la sociedad colombiana cualquier vestigio de violencia contra la mujer. Sabemos que no es una tarea fácil; están las normas, pero aún sin acciones y sin una conciencia social, estas pueden quedar solo en el papel.

Actualmente cursan en el congreso 10 proyectos de Ley que buscan entre otras cosas endurecer el castigo a los perpetradores, modificando el código penal, crear una unidad de vigilancia contra la violencia a la mujer, modificar el código de policía en busca de protección a las menores y la Ley Rosa Elvira Cely que es el proyecto número 049 de 2012.

Éste proyecto propone tipificar el feminicidio como un delito autónomo que hace que se convierta en una circunstancia de agravación punitiva el hecho de que el homicidio se cometa en la persona de una mujer y que su pareja, llámese este compañero, novio, el vínculo de afinidad que tenga, cualquiera que sea, por esa cercanía por esa afinidad, por ese grado de acercamiento a la mujer le cause la muerte.

Además busca garantizar la debida diligencia, idoneidad y oportunidad en la investigación y sanción de la violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres y adoptar estrategias de sensibilización de la sociedad colombiana en la prevención de la violencia feminicida.

La Ley es un factor importante y determinante a la hora de fijar las conductas de los ciudadanos, pero además el Estado debe comenzar protegiendo la familia en el entendido, en que es el primer y principal sitio donde son educados nuestros hombres, es allí donde se arraiga los valores más fundantes del hombre, así como diseñar estrategias de sensibilización de la sociedad colombiana en la prevención de la violencia feminicida.

En Colombia, un estudio del Departamento Nacional de Planeación (DNP), el BID y la Universidad de los Andes arrojó que los ingresos dejados de percibir por las mujeres a causa de la violencia, corresponden a 2.2% del PIB del país y se estima que los costos anuales totales por causa de la violencia intrafamiliar, pueden alcanzar el 4% del PIB anual.

Cada 6 horas, una mujer colombiana es abusada por causa del conflicto armado y un promedio diario de 245 son víctimas de algún tipo de violencia. Entre el 2001 y el 2009, más de 26.000 mujeres quedaron embarazadas a causa de una violación, y en la última década cerca de 400 mil fueron abusadas.

Tradicionalmente los roles establecidos por las sociedades enmarcaban las funciones y deberes entre hombres y mujeres, es por esto que se escuchaba por parte de las abuelas el argumento de merecer el trato que sus esposos les daban, dentro de estas conductas se encontraba la infidelidad, la sumisión, la violencia intrafamiliar, la violencia en la pareja y la violencia psicológica entre otras, haciendo parecer que este tipo de comportamientos eran normales.

Al pasar los años, las mujeres han venido desarrollando diferentes actividades que le han proporcionado libertad, independencia y auto sostenimiento económico, dejando de un lado la posición dominante y exclusiva del hombre, y pasando a ser una importante fuerza laboral en el mundo.

Es tal vez, como consecuencia de las diferentes manifestaciones en las cuales fueron protagonistas las mujeres y sus convicciones, que se dio inicio a una verdadera revolución en el pensamiento y en el actuar de las sociedades, abriéndole camino a lo que podemos apreciar en la actualidad; el empoderamiento, la determinación y defensa de los ideales y manifestaciones de toda índole de las mujeres.

Pero es triste ver opacada tanta libertad, oportunidad, e ingenio por acciones que de manera altamente violenta quiere acallar las voces de las mujeres en Colombia.

Con lo anteriormente expresado, la violencia de género o feminicidio no es un fenómeno nuevo, lo que sucede es que las sociedades están tomando fuerza en la defensa de los derechos de las mujeres y en la opción firme de no callar.

Claudia Wilches
Senadora de la República