El Honorable magistrado Alberto Rojas Ríos
La suprema constitucional, defensora de la institucionalidad nacional, es un nido de politiqueros.Todos tienen sus muy específicas preferencias y son la genuina expresión de los más curtidos sectores de la anodina politiquería de este país. Hay para todos los gustos, godos recalcitrantes y ortodoxos, sensibleros católicos apostólicos y romanos, mamertos con vestidos de corte inglés y fragancias francesas, liberales amigos del viejo ocho mil hasta seguidores de las bandas aquellas que han hecho que en momentos de lucidez a algunos los hayan condenado por pillos. También hay puesto para tumbadores de viudas.
Es la expresión auténtica de esta fallida institucionalidad.
Y por si fuera poco queda en manos del congreso- el senado en esta oportunidad- la entidad más desprestigiada y corrupta de este país (léanse las últimas encuestas de Ipsos-Napoleón Franco) la designación de una cuota o el relleno de la vacante por un tipo cuestionado hasta los mismísimos tuétanos.
Mientras en otros países serios la elección de un magistrado es algo de una solemnidad absoluta y además su escogencia se hace cuando ya se ha llegado al cénit de una carrera jurídica en Colombia es a dedo o por recomendación de algún parlamentario de la parapolítica.
Véase la composición, para un ejemplo cotidiano, del consejo nacional electoral-así con minúscula- para observar con claro detenimiento quienes ostentan esas ‘dignidades’ .Vergüenza total.
La generosa madrina del ilustre magistrado Alberto Rojas Ríos es nadie más y nada menos que doña Zulema Jattin, crema y nata de la señoría y la decencia, detenida por decisión de la Corte Suprema de Justicia por relaciones con paramilitares de la costa, entre otros con su entrañable Mancuso, quien a la vez era socio del negociante Pedro Ojeda Visbal, poderdante del togado integérrimo que este martes asumirá ante las delicadas manos del presidente Santos como uno más de los custodios de nuestro ordenamiento jurídico.
Una vez el senado designó a Rojas se celebró en un restaurante del norte capitalino una juerga encabezada por la encopetada Zulema Jattin en tributo a la alegría que le henchía el corazón por la designación de su ahijado. Horas antes el mentiroso había dicho a la prensa: “Zulema está totalmente desaparecida de mi vida “.La lealtad no cuenta cuando se trata de trampas. Vaya magistrado.
Ahora recuerdo que esta madrina de campanillas, la Jattin, está siendo también investigada por la CSJ y goza de una merecidísima medida de aseguramiento desde octubre de 2012, porque cuando era la jefe de todos los de la cámara de representantes, en condición de presidenta, para refrendar sus grandes dotes de estadista firmó contratos millonarios sin el lleno de los requisitos legales y para variar sus asesor de entonces en materia jurídica era el hoy flamante y benemérito magistrado Alberto Rojas Ríos.
Y anoche vi llorando compungida y triste, con toda razón, en Noticias Uno a doña Isabel Cristina Marín una pobre viuda con tres hijos que perdió su esposo en un accidente de tránsito en Funza hace 18 años. Le falsificaron, según peritaje del CTI, su firma para acreditar a un abogado para el cobro de la indemnización. Se pagaron 116 millones de pesos en el año 1995 por parte de la administración de esa localidad cundinamarquesa. ¿Y saben quién reclamó la plata y nunca la entregó a sus legítimos destinatarios?,pues el pulquérrimo Alberto Rojas Ríos. Se le escondió permanente a la viuda y a sus hijos, no volvió a contestarles el teléfono y se les quedó con el dinero que les correspondía.
Mañana martes 30 de abril en el salón de los Gobelinos de la casa presidencial, lujosamente organizado para la ocasión y con la asistencia de lo más granado de la jurisprudencia y la lagartería pútrida de este país, el excelentísimo señor presidente de la república Juan Manuel Santos Calderón, ungirá en posesión solemne como magistrado de la pulquérrima Corte Constitucional de Colombia al honorable ciudadano colombiano, ejemplo de virtudes absolutas de decoro y transparencia, dueño de una hoja de vida de prístina concepción y benemérito impulsor de todas las campañas contra la corrupción Don Alberto Rojas Ríos.
Entretanto, doña Isabel Cristina sigue llorando el robo de su indemnización y la de sus hijos.