29 de marzo de 2024

Las hormigas de Santa Laura Montoya

23 de diciembre de 2012
23 de diciembre de 2012

Este es el recorrido que en medio siglo tuvo el proceso hacia la santificación de la misionera antioqueña:

La causa para la beatificación de la Madre Laura fue introducida el 4 de julio de 1963 por la Arquidiócesis de Medellín. El 11 de julio de 1968 la congregación religiosa de misioneras fundada por ella recibió la aprobación pontificia. Fue declarada siervo de Dios en 1973 y posteriormente declarada venerable el 22 de enero de 1991 por el papa Juan Pablo II.  El propio Pontífice la beatificó el día 25 de abril de 2004 en una ceremonia religiosa realizada en la Plaza de San Pedro en Roma en presencia de 30.000 fieles. El arzobispo de Medellín, monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, erigió por medio del Decreto 73 de 2004 el Santuario en donde reposan las reliquias de la Madre Laura. Posteriormente, el Congreso de Colombia aprobó la ley 959 del 27 de junio de 2005 por la cual se le rinde homenaje a la Beata Madre Laura y reconocimiento a su obra evangelizadora. Su fiesta se celebra el 21 de octubre.

Hija del médico Juan de la Cruz Montoya, quien murió asesinado en una de las guerras civiles del siglo XIX,  y doña Dolores Upegui, los historiadores de la región señalan que le correspondió vivir una difícil niñez y juventud, en un ambiente lleno de hostilidades. En sus 75 años fue una incansable religiosa, educadora, escritora y misionera. Pasó los diez últimos años de su vida postrada en una silla de ruedas.

Google ofrece al navegante esta apretada síntesis de su misión en la tierra: En 1893 se graduó como maestra. Profesora y pedagoga notoria, se dedicó a formar jóvenes dentro de la fe cristiana y católica. A la edad de 30 años, siendo subdirectora de un colegio de niñas de familias de ingresos altos en Medellín, decidió trasladarse a Dabeiba (Antioquia) para trabajar con los indígenas Emberá Chamí y desde entonces el resto de su vida al apostolado y las misiones. Practicó igualmente la literatura, escribiendo muy castizamente con un estilo comprensible y atractivo. Cultivó también, mientras desarrollaba su carrera pedagógica, la mística profunda y la oración contemplativa. En 1914 fundó la Congregación de Misioneras de María Auxiliadora y Santa Catalina de Siena.

Justamente, en su autobiografía titulada “Historia de la Misericordia de Dios en un alma», la Madre Laura recrea así el hermoso episodio de las hormigas:

“… Me entretenía, como siempre, en seguir unas hormiguitas que cargaban sus provisiones de hojas. Era una mañana, ¡la que llamo la más bella de mi vida! Estaba a una cuadra más o menos de mi casa, en sitio perfectamente visible. Iba con las hormigas hasta el árbol que deshojaban y volvía con ellas al hormiguero. Observaba los saludos que se daban, las veía dejar su carga, darla a otra, entrar por la boca del hormiguero. Les quitaba la carga y me complacía en ayudarlas llevándoles las hojitas hasta la entrada de la mansión en tierra, en donde me las recibían las que salían de aquel misterioso hoyo. ¿Cómo fue esto? !Imposible decirlo! Supe que había Dios, como lo sé ahora  y más intensamente; no sé decir más”.

La apostilla: Los paisas, que tienen fama de buenos negociantes, no se cambian por nadie con el inminente arribo a los altares de la Madre Laura,  y ya deben tener en la mira a Jericó, porque la llamada “Atenas del Suroeste”, situada a 104 kilómetros de Medellín, se convertirá, sin duda, a partir de mayo, en santuario permanente de peregrinos que irán en pos de los milagros de la primera santa colombiana.