28 de marzo de 2024

Fray Rodín y Lucho Bermúdez

7 de diciembre de 2012
7 de diciembre de 2012

fray rodinPrimero, los recuerdos. En Anserma Caldas, mi tierra natal, siempre hubo sitios en que se departía y se bailaba. Apenas entrados en la adolescencia  y se nos permitía nuestro ingreso, el baile fué nuestra distracción favorita. Leopoldo Orozco montó «La Palma» y años después Augusto Orozco Palau, Mito, otro bailadero pero con el nombre pretencioso de Club Social, el Club de Mito, en el que su propietario  era el gerente, administrador de la cantina, jefe de relaciones públicas y desde luego, plenipotenciario dispensador de credenciales y de admisiones, que dependían de los apellidos y del lugar del domicilio de sus clientes. Allí se bailaba fox, bolero, pasodobles y eso sí, Lucho Bermúdez . El clarinete al fondo , interpretado en forma magistral por el Maestro, los boleros de Hugo Romani, Leo Marini, Lucho Gatica, Roberto Ledesma y otros, fueron cortina romántica  para los romances juveniles y los primeros arrumacos sentimentales y físicos. Eso sí, con luces de mil voltios y las visitas disimuladas de padres y hermanos mayores que detenían los iniciales amacises hormonales. El tango y la milonga los tuvimos que  oir y aprender en salones prostibulares, porque estaban excluidos de las pistas donde danzaban las niñas y los muchachos bien. ( Yo siempre tuve la sensación de no ser un niño «bien», si nó como regular gracias).

Ya grandecitos, digamos después de l.959 , para que se ubiquen en el tiempo, una de nuestras mayores ilusiones fué poder conocer al Maestro y bailar en vivo, con  su orquesta. Sueño que se ha hecho realidad varias veces. Primero, en el Hotel Nutibara de Medellín. Para allá nos escapamos de fin de semana  y desde luego, la rumba fué de cinco estrellas. Luego, gracias a que su última esposa, Doña  Elba Gallo,  es oriunda de mi pueblo, el Maestro tocó para sus paisanos , en una apoteósica  e inolvidable fiesta. Los sesenta años de su Orquesta los celebramos en el Punto G de Bogotá. Y apenas la semana inmediatamente anterior, en el Teatro Skandia de la capital del país, las Clásicas del Amor  que dirigen Alberto Upegui y Yener Bedoya, nos ofrecieron su gran fiesta en la que bailamos con Lucho Bermúdez y su Orquesta hasta  que «nos mimetizamos con la aurora», al compás de la big band que han mantenido con sinigual devoción  Doña Elba y su hija Patricia Bermúdez, clarinetista como su padre y a quienes debemos la supervivencia de  su producción y de sus estrellas orquestales. El Maestro Upegui y  los integrantes de las Clásicas del Amor, como siempre oportunos en la recordación de las figuras de la música colombiana, han sido los abanderados de los homenajes rendidos a Lucho Bermúdez durante el presente año. Dos conciertos  con la interpretación de sus obras, tuvimos la ocasión de escuchar en sendos conciertos.
lucho bermudez
Lucho Bermúdez se paseó son su orquesta y con sus ritmos, hasta su muerte en abril de 1.994,  por todos los escenarios artísticos y sociales del país. Es conocido el comentario de que no ha habido ningún colombiano en los últimos setenta años que no haya bailado siquiera una pieza de su inspiración. Que fué polifacética . En su repertorio encontramos porros y cumbias, mapalés y fandangos, merecumbés y gaitas, pero como nó, guabinas, pasillos y bambucos y boleros, danzones  y tangos. A la glaxa juventud bogotana los puso a bailar costeño, vistió de frac los ritmos  litorales que para los encopetados socios de los clubes eran «merienda de negros» y nos enseñó a los demás colombianos a ser alegres, libres, aéreos, desprejuiciados y con legítima autenticidad. Su «Colombia tierra querida» nos identifica a todos. Hasta le surge a uno ser solidario con la loca iniciativa de reemplazar nuestro  decadente himno nacional por su  inmarcesible canción.

Arturo García, Borrachera, Carmen de Bolívar, Taganga,Tina, Tolú, Salsipuedes,Te busco, Tus recuerdos, Fantasía Tropical, Kalamary, Los primos Sánchez, Prende la vela, San Fernando, Gloria María, La gaita de las flores, Caprichitos, son apenas algunos de los mil títulos que se nos vienen a la memoria en ésta anárquica recordación. Al solo escribirlos nos dan ganas de sacar pareja. ¡ Salud Maestro ! Con esta copa de ron blanco en la mano brindo a su memoria. Usted me proporcionó múltiples felicidades pequeñas y amaneceres exultantes, que son la cuota inicial de la felicidad completa. Y eso  no tiene precio.