El GERUNDIO
Entradilla del texto de “Marihuana en Washington”, de Yohir Ackerman: “La de la droga (…) es una batalla educativa (…), y no una guerra criminalizando al productor…” (LA PATRIA, 16/11/2012). Este gerundio, ‘criminalizando’, no es castizo ni elegante. Es horroroso, como el ‘trazando’, de la siguiente dizque ‘poesía’*, de José Vidal Mendoza Ortiz: “Exilio del silencio / trazando / un dulce / ángulo de luz / en la geometría de la piel”. Estos dos gerundios deben ser cambiados por “que criminalice (o criminaliza)”, el primero; el segundo, por “que traza…”. *¿Poesía? Si en Colombia, hoy en día, hay un POETA, no hay dos.
El mismo artículo incluye un gerundio (derivado verbal) castizo, que, por la presencia del auxiliar ‘estar’ (para tal efecto, también ‘andar, ir, venir, salir, deambular, encontrar, hallar’, verbigracia, “…y alegre el jibarito va, cantando así, diciendo así…”), indica la continuidad de una acción proveniente de agentes determinados: “Las cifras demuestran que una tendencia se está imponiendo en la sociedad estadounidense…”.En estas oraciones, el gerundio puede significar acciones pasadas, presentes o futuras, por ejemplo, “En la segunda mitad del siglo XX, algunos gobiernos estuvieron buscando la paz en Colombia; actualmente (siglo XXI), el presidente Santos la está buscando; y, seguramente, uno de los próximos mandatarios estará también buscándola”. Siempre inútilmente, por supuesto. De Cervantes, éste: “…y vio a las dos distraídas mozas que allí estaban, que a él le parecieron dos hermosas doncellas o dos graciosas damas que delante de la puerta del castillo se estaban solazando” (I, II). Pero hay circunstancias en las que este gerundio con ‘estar’ es incorrecto: “David Petraeus, el ex director de la Cia (…) estaba teniendo relaciones extramatrimoniales” (LA PATRIA, Luis F. Molina, 21/11/2012). Y es incorrecto, porque, a pesar de que “estar teniendo relaciones” envuelve alguna continuidad, pasajera, de todos modos, indica solamente las mañanas, las tardes o las noches en las que el militar visitaba a su amante, y no se extiende dicha continuidad a toda la vida de Petraeus como director de la Cia. Con los verbos arriba anotados, se puede también construir el gerundio con la voz pasiva, verbigracia: “Vio al prisionero cuando se estaba descolgando del segundo piso”.
“Pero, queriéndolo Dios, los hijos de los hijos de nuestros hijos podrán disfrutar de un país en paz”. Corresponde esta expresión, ‘queriéndolo Dios’, a los ablativos absolutos latinos ‘Deo volente’, ‘cálamo currente’ (al correr de la pluma), y otros. En estas construcciones, el nombre debe ponerse después del gerundio, no importa que antiguamente algunos clásicos no observaran esta norma, a pesar de su cacofonía. En ellas, generalmente, lo deseado viene después de la expresión del deseo por medio del gerundio. Hay otras parecidas en las que la acción que expresa el gerundio es simultánea con la del verbo principal, por ejemplo, “diciendo esto, expiró”, que equivale a “expiró diciendo estas palabras”, idea que no se puede expresar de este modo: “Dichas estas palabras, expiró”, porque, así redactada la frase, quiere decir que “expiró después de pronunciar esas palabras”, no que, como lo dice la frase del gerundio, “expiró mientras decía esas palabras”.
Otros ejemplos de ‘gerundio absoluto’, como los anteriores, son los siguientes: “Y, ya ve, siendo él tan importante, nadie le prestó atención”, oración en la que se presenta una oposición entre lo que expresa el gerundio y la frase complementaria. Es frecuente oír este gerundio mentiroso: “En fin, tratándose de usted, vamos a hacer una excepción”. En este caso, no se puede suprimir el reflejo ‘se’. También con el verbo ‘haber’: “Habiéndolo analizado todo, decidió cambiar de opinión”. El pronombre enclítico ‘lo’ tiene que ir siempre pospuesto y pegado al gerundio, lo que no se observaba en tiempos de Cervantes.
El poeta Guillermo Valencia tiene un poema titulado “Leyendo a Silva”. Aquí subentiende lo que deduce, siente, piensa, valora, o encuentra, etc., mientras lee a su malogrado colega, José Asunción Silva. Cuando se emplea el gerundio como complemento de la preposición ‘en’, que antes tenía el significado de ‘mientras’ (“…le hubiese perdido (el entendimiento), en tratándose de tan negra y pizmienta caballería”, El Quijote, I, XXXIX), se ha conservado hoy, raramente, para indicar la anterioridad inmediata, por ejemplo, “en viéndolo, salió corriendo”.
Es también castizo el gerundio cuando se emplea con el adverbio ‘como’: “Lo dijo de esa manera, como queriendo que no lo entendiesen”.
Tan incorrecto como el clásico “una canasta conteniendo manzanas”, es este gerundio de Colprensa: “…todos aquellos que quieran hacer uso de una plataforma ofreciendo una gran cantidad de usos…” (LA PATRIA, 30/11/2012) porque un objeto inanimado no puede ser agente de ninguna acción; y “leyó un decreto, condenando el secuestro”, por la misma razón. Ahora bien, si el agente es el legislador, el gerundio es castizo.
En su cuento, Los Visitantes, Jacinto Cruz de Elejalde redacta un pasaje en el que la naturaleza activa del gerundio proviene de una máquina impulsada por el vapor: “-¡Un disparo!- gritó uno de los viajeros, que aún no se había subido al tren que acababa de llegar a la estación resoplando ruidosamente, pitando encolerizado y arrojando chorros blancuzcos de vapor y nubarrones de humo, espesos y oscuros como la tragedia que presagiaban”.
La VEINTITRÉS: Su recuperación, ¿una campaña inútil? Depende de todos y cada uno de nosotros.