19 de abril de 2024

«A veces mi corazón tiene razones que la razón no entiende»: Rubén Darío Arcila

18 de noviembre de 2012
18 de noviembre de 2012

ruben dario arcila
Imagen El Espectador

Hablar de Rubén Darío Arcila es sinónimo de triunfo, de conquistas. Nos acostumbró a los éxitos con Martín Ramírez cuando ganó la Dauphiné Leiberé en 1984, luego nos hizo madrugar para ver las escapadas de Lucho Herrera y nos hizo llorar por las medallas de Rigoberto Urán, de Carlos Mario Oquendo y de Mariana Pajón.

Preciso, puntual, escritor, poeta, loco, sincero, expresivo y ya se sabe que cuando está en una narración deportiva, los jóvenes saben que cada impulso, cada movimiento, cada respiración será transformada en palabras emotivas.

No lo pueden ver algunos dirigentes del deporte, algunos colegas lo envidan, unos poquitos lo critican, un puñadito de mediocres no le dan oportunidades para expresarse, pero él sabe que el pueblo colombiano, lo estima y le agradece todo lo que ha hecho por la juventud.

¿Por qué es tan temperamental?

Ese es mi punto G. Mi lado débil. El sistema nervioso entra en shock y viene lo que la gente ya conoce: el pobre ser humano con sus defectos.

¿Es perfeccionista?

Es muy jarto ser perfeccionista. Te permite ver a los demás por encima del hombro. La imperfección es el punto ideal.

¿Cree que la gente es igual de sentimental a usted?

Igual. Hemos llorado juntos más de tres veces: con Herrera en el paseo de La Castellana, con Martín Ramírez en Francia y ahora con Mariana Pajón en los Olímpicos. Todos en tiempos diferentes y ritmos distintos.

¿El tango o el bolero?

Los dos van de la mano. La filosofía de Juan de Dios Filiberto es pariente de la poesía de Rafael Hernández. Todo el que canta boleros, termina silbando un tango.

¿El ciclismo pierde popularidad porque hay pocos narradores?
El ciclismo está en la olla porque hay pocos dirigentes que den la talla. Ciclistas hay, pero no tenemos quien le venda la idea a Pacific Rubiales, Carrefour o Bancolombia. Los narradores vendrán luego porque este país tiene una raza especial de locutores para cada cosa

¿Que representan para Rubén: Cochise, Lucho y Mariana?

Con Cochise aprendí a soñar. Con Lucho toqué el cielo. Con MARIANA entré a la gloria.

Han pasado años y no ha salido un Cochise, ¿pasarán también años para que haya otro Rubén Darío Arcila?

Es una especie en extinción…como los locutores de noticias…como las grandes voces de la radio

¿Qué significa el micrófono para Rubén Darío Arcila?

Mi Balotto. Con él me jugué el destino de mis cuatros hijos: abogados, ingenieros, publicistas, músicos egresados de universidades privadas. Agarré el premio mayor.

Ha triunfado en muchas metas volantes, ¿cuál es su meta final?

Mantener la camiseta de líder sin una sola prueba de dopaje en contra.

¿Quiénes no sudan la camiseta por Colombia?

Aquellos que se conforman con ir a rueda. Imitando lo que hace su rival porque de todas maneras les toca la  misma tajada publicitaria, aunque no tiren nunca del lote.

¿El deporte en el país si va pedaleando bien?

Los últimos Juegos Nacionales, atomizados por todo el país, son una vergüenza. Sin marcas y casi sin público. La campeona olímpica Mariana Pajón estuvo a punto de interponer una tutela para que la dejaran participar. !Qué pena!

¿Cuántas mujeres le ganaron el premio de montaña?

Sólo una me aguantó el paso hasta el Tourmalet de mis emociones.  Hay otras que no olvido nunca porque mitigaron mi sed en los atajos del camino.

¿Aguardiente o whisky?

Con cualquiera de los dos pierdo el control.

¿Qué representa estar en el pedestal de la narración deportiva en Colombia?

Todos me sonríen cuando me ven. Sólo veo rostros alegres. Desparecen los «caradura» (O se esconden por el momento)

¿Con quién perdió la camiseta de líder?

Siempre pregunté quién venía detrás, pero me respondían lo mismo: «el segundo no aparece». Ahí la tengo puesta todavía.

¿Va bien enrutada la radio en Colombia?

Hace falta una tercera cadena, fuerte, poderosa que rompa el miti – miti. Cincuenta para usted, cincuenta para mí. Eso hay que acabarlo!

¿Vamos bien en fútbol?

Mejor imposible

¿Ha llorado por esta profesión?

El día que transmití una etapa de la Vuelta a Colombia para televisión en San Gil. Sin imágenes, sin monitor y de espaldas a la meta. Mauricio Posada, periodista de Canal Capital, me gritaba detrás de una cortina lo que él iba oyendo por la radio. Era de llorar. La programadora pertenecía a un tal Mauro Mora que se la quería ganar toda frente a la Comisión Nacional de Televisión.

¿Lo han traicionado?

Esa vez, en San Gil, me sentí traicionado. ! QUÉ HORROR!

¿A quién le sacaría una tarjeta amarilla?

Para el que propuso a Pacho Santos como director de noticias en RCN. Creo que es el mismo  personaje que impuso a J. Mario como partner de Díaz Salamanca en el Tren de la Tarde ¿y una roja? A Edwin Twirán como narrador de ciclismo.

¿Cuál fue su callejón de las angustias?

Dejar el país por el pacto de las dos cadenas de no tocarse la nómina en los tiempos dorados del ciclismo.

¿Cuál es su son de la loma?

Bajar de la nube a tanto mediocre.

¿Usted también reparte bendiciones a la diestra y con la siniestra le hace pistola al prójimo?

No. Mi problema ha sido decir lo que siento. El pueblo sabe muy quién es el «Camaleón», o el falso cura, que reparte bendiciones cuando le conviene

¿Cuáles son, en su opinión, los cinco grandes deportistas nacionales?

Pambelé, Ximena Restrepo, María Isabel Urrutia, Mariana Pajón y Cochise.

¿Su mente tiene verdades que su corazón no acepta?

Al revés. A veces mi corazón tiene razones, que la razón no entiende.

¿La poesía le dio dinámica  a su periodismo?.

La poesía eleva, ilumina y consuela. Así digan, con más razón que sorna, que el único riesgo profesional de los poetas es el suicidio

¿Fue su verdad, su más peligroso consejero?

—  Pero también mi mejor amiga. Fíjese que 25 años después sigo vigente. Me tocó el aplauso de dos generaciones distintas narrando verdades. 

¿Una lágrima y un recuerdo?
«No puedo evitar que los ojos se me agüen» cuando recuerdo a Mariana Pajón volando en los olímpicos «bajo ese cielo de tambores».

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