16 de enero de 2025

El biógrafo de Escobar

7 de julio de 2012

En un artículo titulado “El mito camina solo”, publicado en el periódico alternativo “Universo Centro”, de Medellín, el autor de “La parábola” tiene esta respuesta para sus críticos:

“Unos dicen  que la televisión lo convierte todo en travesuras.  Otros que la historia se debe hablar solo en voz de los libros.  El resto que los malos no merecen ser protagonistas de novela.  Pero Escobar sin haberse ido, está de vuelta.  Los mitos se  cuidan solos.  O no los cuida nadie”.

Y se confiesa: “A mí no me gusta decirle Pablo.  De cuenta de Escobar mucha muerte nos invadió, y otra tanta proyectó sobre el país. Y lo recuerdo como un truhan que afectó  nuestra vida y jodió la sociedad.  Tuvimos que desafiar sus toques de queda para ir a un concierto de salsa.  Pero a mi pesar, a pesar de muchos, Escobar se convirtió en mito. Y como todo mito purifica sus horrores, maximiza sus generosidades y desdibuja el entorno y la historia”.

Se pregunta “¿cómo un personaje se hace mito? Y señala: “No hay respuesta.  Pero si se sabe que no es cuestión  de que alguien se proponga ser mito, no es una labor que puedan lograr los medios de comunicación.  Solo una insondable alma social tiene la capacidad de decir quién entra a ese reino de pocos.  Y esa alma social (la de la historia) es injusta, tiende a favorecer a los malvados, a estos genios del mal que saltan los límites”. Y agrega:

“Los medios de comunicación no logran imponer los mitos, aunque vivan  de ellos, aunque le devuelvan a la masa el banquete que quiere consumir.  Si fuese por el poder mediático muchos buenos personajes enaltecidos podrían ser míticos, pero están en el olvido”.

Pero, bueno, me preguntan si es bueno o es malo que se hable de una historia reciente y dolorosa, si no es una manera de motivar a las nuevas generaciones a seguir mal ejemplo, etc. La pregunta viene incluso de personas progresistas y al final escogen la trinchera de no me hablen de eso, nos destruyen la imagen.  Yo soy escéptico sobre  la capacidad de los medios de moldear comportamientos y estilos de vida.  Si lo piensan con calma, pueden entender que todo lo que pasó alrededor de Escobar, su dinamita y su influencia perversa, sucedió antes de libros, documentales y series de TV.  Como sociedad, ya nos había sucedido  todo lo peor en relación  con el narcotráfico, nuestros espíritus estaban maleados sin que existiera la literatura que Héctor Abad llamó “La sicaresca”.

“Ahora (señala el biógrafo) todavía no sabemos bien cómo será la serie al final.  Empiezan a aparecer personajes que serán definitivos en la perspectiva prometida de mirar esta historia desde el lado de las víctimas.  Ojalá muchos ciudadanos  veteranos y la mayoría de los más jóvenes se enteren de los “buenos” y su tenacidad y sus decisiones valerosas.  Que reconozcan que nuestra sociedad también está hecha de sangre virtuosa derramada. Por primera vez en una serie de alta sintonía pasarán su historia, y su sacrificio”.

Salazar termina con este interrogante: “¿Que de todas maneras la audiencia terminará prefiriendo al malo?” Es probable.  Eliot Ness y sus intocables son los que son –una de las series mas exitosas de la historia— porque enfrentaban al gánster mítico, a Capone.  Incluso en la promoción, Los Intocables posan como gánsters.  Estoy seguro de que nadie se vuelve un capo mafioso solo por sufrir por Dillinger en Enemigo Público”.

Y saca esta conclusión: Colombia no será mejor o peor, la imagen de Medellín no será mejor o peor, por esta serie. Ambas, Colombia y Medellín, serán mejores y más apreciadas por lo que labremos, por lo que conquistemos como sociedad.

La apostilla. Este hijo de Arboleda, Pensilvania, empeñado ahora en defenderse de una injusta sanción que el impredecible procurador Alejandro Ordóñez le impuso tras concluir su gestión como alcalde de Medellín, cerró su escrito con este broche: “Me parece bien que Escobar se vea de cuerpo entero, con su ignorancia y su incapacidad  de conquistar sin dinero, con su analfabetismo funcional; como un hombre más allá de su capacidad de matar, por la cual hizo fortuna, cargaba una inmensa precariedad humana”.