16 de enero de 2025

Recojo, imaginario-visionario, acrónimo

28 de junio de 2012
28 de junio de 2012

osorio efraim

Chilenos y peruanos, afirma el hermano Andrés Hurtado García, hacen de ‘recojo’ un sustantivo con la acepción de “acción de recoger”. Y añade que el castellano no tiene el sustantivo correspondiente. En este tiro se le desafinó toda la orquesta al caminante ‘número uno’ que tiene el planeta, pues esto redactó: “Nos hicieron el “recojo” en el hotel en Cusco muy temprano. Ya expliqué que en Chile y Perú  hablan del “recojo”, como el acto de recoger (…). Como en castellano no hay sustantivo para el acto de recoger, que no sea recogimiento…” (LA PATRIA, 7/6/2012). Además de éste, que, aunque significa también “acción de recoger”, lo empleamos más con la acepción de estado de abstracción, concentración o aislamiento para un ejercicio mental o para la oración, nuestro idioma tiene también para ese efecto los vocablos ‘recogida’ y ‘recogido’. Dejemos, pues, muy estimado hermano Andrés, el ‘recojo’ en las montañas peruanas y chilenas, pero aquí encomendémosle a Emas la ‘recogida’ de las basuras; a la policía, la ‘recogida’ de los malandrines, basura social; y al encargado de ello, el ‘recogido’ o la ‘recogida’ de los que van a participar en la próxima excursión al Nevado del Ruiz, que así nos contentamos. ***
¡Cómo me gustaría adivinar qué quiso decir el editorialista de El Tiempo con la siguiente afirmación: “El imaginario norteamericano estaba lleno de Cadillacs”! (9/6/2012). Si quiso decir que, en la época en que poseer un Cadillac era señal de opulencia, la enfebrecida fantasía de los soñadores gringos, de aquellos ‘zarrapastrosos angelinos’ que sueñan con balotos, estaba llena de dichos automóviles, quizás dio en la diana; pero si pretendió afirmar que en los garajes, carreteras y calles de ese país abundaban por esas calendas los apetecidos vehículos, no dio en el clavo, porque ‘imaginario’, como nombre, sólo se le puede dar en la milicia a quien presta determinados servicios, y, como adjetivo, a lo que está en la imaginación o a quien fabrica imágenes. Por todo esto, no pude interpretar la siguiente oración de Salud Hernández: “Habría que empezar a construir imaginarios diferentes desde la primera infancia para evitar tanto maltratador…”  (El Tiempo, 10/6/2012). Y quisiera también saber qué quiso decir el señor Luis Prieto Ocampo, contagiado por tanto ‘imaginario’, en la siguiente cláusula: “En el visionario futuro, de una total interconexión internacional latinoamericana, la posición colombiana en su potencial hídrico estará en los puestos de comando”  (LA PATRIA, 8/6/2012). ¿“En una proyección hacia el futuro…”? Tal vez. Porque ‘visionario-a’ es sólo un adjetivo con el que se califica a “la persona que toma como reales  o posibles cosas imposibles que imagina” (Iluso, tonto); también a quien “se adelanta a su tiempo o tiene visión del futuro”. Nota: Jacinto Cruz de Elejalde propuso esta otra definición de ‘imaginario’: “Sustantivo. Conjunto de creencias, personajes y cosas irreales de determinado grupo étnico”, que no se encuentra en ningún diccionario. ¿Qué opinará la Academia de la Lengua? ***
Cuando pensaba que los había visto y leído todos  -los acrónimos tontos, digo-, me di de manos a boca con uno espectacular, muestra de estupidez en grado superlativo, y prueba de hasta dónde puede llegar la falta de sindéresis de algunos contemporáneos. ¿Sabe usted qué significa ‘máforo’? ¿No? Pues, ¡yo tampoco! O, quizás, “un portador de mamás”: Analice y verá: ‘Ma-‘, apócope de ‘mamá’; y ‘-foro’, ‘que lleva’. Pero no, no es esto. ‘Máforo’ es el pedazo que quedó después de que le cercenaron la primera sílaba a ‘semáforo’, para pegárselo a la brava a ‘sol’, ‘SOLMÁFORO’ (El Tiempo, 7/6/2012), dizque el nombre de un aparato, instalado en Corferias, para medir la intensidad diaria de los rayos del sol. ¡Qué genios! Y LA PATRIA lo secunda: “En Colombia se instalará el primer “Solmáforo”, un medidor para que las personas sepan en qué grado de UV está del día” (10/6/2012). Un ‘semáforo’ nada mide, solamente emite señales; es, según su etimología, un ‘portador de señales’ (del griego ‘sema’, señal, signo; y ‘-foro’). Y es que, además, el nombre apropiado para dicho aparato ya está inventado, muy bien inventado: ‘Actinómetro’ (del griego ‘actís-actinos’, rayo –del sol, de la llama, de la luz, etc. – y ‘-metro’, medida), que El Diccionario define así: “Instrumento que mide diferentes propiedades de las radiaciones solares”, por ejemplo, su intensidad, ¿por qué no? O llamémoslo ‘radiomensor solar’ (del latín ‘radius’, rayo de luz, y ‘mensor’, ‘medidor’). Que cualquiera de estos dos nombres es diez mil millones de veces más apropiado que el engendro ‘solmáforo’. ¡Uf! Pero si insisten en su ‘genialidad’, por su parecido con esos aparatos que hay en las esquinas, y que a veces funcionan, llámenlo ‘solsemáforo’ o ‘semáforo solar’. Pero que recuerden aquella adivinanza que hace siglos escuché en una canción que, más o menos, decía así: Tenía patas de león, y no era león; tenía cola de león, y no era león; tenía uñas de león, y no era león. –¡Era leona y no león! ***

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