10 de febrero de 2025

Invicto, añicar, lontano; ambos, maternas, infracción

7 de junio de 2012
7 de junio de 2012

osorio efraim

El doctor César Montoya Ocampo  es el campeón de la adjetivación, quiero decir, del uso de los adjetivos. Esta cualidad, no obstante, lo traiciona de cuando en cuando, pues en estos ‘cuandos’ los emplea por emplearlos, aunque no califiquen adecuadamente el sustantivo correspondiente, verbigracia, en esta oración: “El personero que será elegido (…), los secretarios que nombrará el gobernador invicto…” (LA PATRIA, 17/5/2012). “El gobernador elegido, ganador o victorioso”, doctor, porque ‘invicto’,  ningún gobernador, puesto que este adjetivo califica únicamente a quien nunca ha sido vencido. Es cierto que ‘invicto’ y ‘victorioso’ son sinónimos, pero no en todas sus acepciones, por lo que se puede decir que  “todo personaje invicto es victorioso, pero no todo personaje victorioso es invicto”. Lo saben muy bien el tenista Rafael Nadal y otros deportistas extraordinarios. En el mismo artículo dice: “Es lontana su política social”. ‘Lontano’, adjetivo italiano no acogido aún por el castellano, significa ‘lejano’, es decir, “algo que está distante en el espacio o en el tiempo”. Con este adjetivo califica erradamente la política social del actual gobierno, ya que, de acuerdo con el tono lisonjero del artículo, esta calificación está muy ‘lejana’ de la que quiso atribuirle. Finalmente, en nuestro idioma tenemos el idiotismo ‘hacer añicos’, vale decir, ‘romper’ o ‘destrozar’, pero no el verbo ‘añicar’, que el escritor inventa, mal inventado, en la siguiente oración del mismo artículo: “La derrota que llega de sorpresa añica gobiernos que se autoproclamaron imbatibles…”.  Mal inventado, digo, porque el sufijo ‘-ar’, además de ser la terminación de los verbos de la primera conjugación, le da al nombre al que se añade el significado de “el lugar en que abunda el primitivo”, por ejemplo, ‘pinar’, un lugar lleno de pinos; ‘añicar’, entonces, un lugar lleno de añicos. Mejor sería ‘añificar’, construcción asimismo chueca, porque con ella desaparece su elemento principal (el primitivo), ‘añicos’.  Sigamos, mejor, ‘haciendo añicos’ porcelanas, gobiernos, reputaciones y otros objetos rompibles, que de esta manera no nos descarrilamos. ***
Del griego ‘amphó’ el latín hizo el adjetivo plural ‘ambo-ae-o’ (masculino, femenino y neutro, respectivamente), “ambos, entrambos, los dos, el uno y el otro”, palabras y giros corrientes en nuestro idioma. Cuando empleamos ‘ambos’, y aun ‘entrambos’, siempre nos referimos a dos individuos determinados o a dos grupos conocidos, por ejemplo, “Pedro y Juan salieron de paseo: ambos perecieron en el accidente”; “ambos ejércitos sufrieron innumerables bajas”.  Nociones que me pusieron a dudar de la casticidad de esta oración del señor Cristóbal Trujillo Ramírez: “…padres e hijos se respetaban, se comprendían y, ambos, tanto padres como hijos, sabían…” (LA PATRIA, 18/5/2012). Como los dos sustantivos que conforman el sujeto de esta oración son plurales (‘padres e hijos’), en lugar de ‘ambos’ debió emplear o ‘todos’ o ‘ellos’, o escribir “y ambos grupos, tanto el de los padres como el de los hijos, sabían…”, elección desafortunada, por farragosa e innecesaria. Es muy claro: cuando se habla de ‘ambos’, se refiere exclusivamente ‘al uno y al otro’ (pero juntos, nunca separados), y no ‘a los unos y a los otros’, referencia que sí admite el griego, según el diccionario de José M. Pabón S. de Urbina. ***
El castellano tiene dos adjetivos que son ciento por ciento sinónimos, a saber, ‘materno-a’ y ‘maternal’, que significan “Perteneciente o relativo a la madre”.  En los hospitales existe la “Sala de maternidad”, “lugar donde atienden a las parturientas”, razón posible por la cual a éstas las llaman candorosamente ‘maternas’ en dichas instituciones, término equivocado, que lleva a titulares desvirolados, como éstos de LA PATRIA, el segundo especialmente: “Investigan muerte de cinco maternas”; “Investigan cinco muertes maternas en Caldas” (LA PATRIA, 19/5/2012). ¿Qué será una muerte materna? ¿Podríamos, entonces, hablar de muertes paternas o de muertes fraternas? Una de las características de los adjetivos es que se pueden sustantivar, pero la sustantivación de los adjetivos de marras me parece traída de las mechas. Y es que, además, nuestro lenguaje tiene las voces adecuadas: ya mencioné ‘parturienta’ o ‘parturiente’, que El Diccionario define así: “Del latín ‘parturiens, -entis’, participio presente de ‘parturire’, estar de parto. adj. Dicho de una mujer: Que está de parto o recién parida”. Adjetivo que se puede usar como sustantivo. También, el adjetivo ‘gestante’, que ‘gesta’, es decir, “que lleva y sustenta en su seno el embrión o feto hasta el momento del parto”. Adjetivo que también se puede sustantivar. Su sinónimo es ‘embarazada’. Con estos adjetivos sustantivados expresamos adecuadamente la idea pretendida, y les evitamos a los tituladores de nuestro periódico la vergüenza de esas frases absurdas. ***
En la Sentencia 33920 del 11 de abril de 2012 de la Corte Suprema de Justicia, muy mal redactada por cierto, y citada por el doctor Jorge Raad Aljure, se lee: “Ahora, tratándose de la infracción al deber objetivo de cuidado médico durante el postoperatorio…” (LA PATRIA, 22/5/20012). “…la infracción del deber objetivo…”, honorables miembros, como ‘la violación de’, ‘la transgresión de’ o ‘el quebrantamiento de’. Elemental’. ***

Llamado: La VEINTITRÉS necesita cariño; requiere autoridad.