28 de marzo de 2024

Cafetero: fortaleza minero-industrial y posibilidades agropecuarias

13 de junio de 2012
13 de junio de 2012

gonzalo duqueEn primer lugar, nuestra geología económica muestra un variado recurso minero, donde aparecen cerca de 220 explotaciones y depósitos metalíferos y no metalíferos (Ingeominas 1972), distribuidos así: 124 en Caldas, 60 en el Quindío y 36 en Risaralda. De esta riqueza aunque el mejor prospecto a la vista lo constituye el oro no sólo de Marmato, Quinchía y Riosucio, sino también el de las terrazas del Cauca, del piedemonte del oriente caldense y de la región del Tatamá, merece subrayarse el gran potencial de manganeso en Apia y Viterbo relacionado con la fosa tectónica del Cauca; los carbones de Quinchía y Riosucio; los yacimientos de caliza y mármol de Victoria y La Dorada; los yacimientos de arcilla en Génova, Calarcá, Quimbaya y Pijao; y los recursos hidroenergéticos del oriente cuyo potencial equivale a tres o cuatro veces la generación de la Miel.

Habiendo más que mostrar, lo crucial de este inventario es que por encargo del PNUD la mente clara del Profesor Gabriel Poveda Ramos ya había señalado en el Plan Minero-Industrial para Caldas 2006-2016, once perfiles de proyectos cuya factibilidad dependía sólo de: un medio de transporte como el ferrocarril a los mares, para reducir fletes tres a cuatro veces respecto a la tractomula -asunto viable en La Dorada cuando se navegue el río- y de una amplia oferta energética local para adquirir electricidad a largo plazo, tres o cuatro veces más barata.  

Los prospectos del notable investigador que se asocian a productos básicos y materias primas estratégicas, están orientados al aprovechamiento de residuos de oro para obtener zinc metálico, a la producción de ácido sulfúrico y fosfatos de calcio fertilizante, al aprovechamiento del manganeso del occidente para bióxido de manganeso electrolítico y de algunos yacimientos de sal para obtener cloro gaseoso y soda cáustica, a la gasificación de los carbones del occidente caldense, a la transformación de las calizas en carburo y al aprovechamiento de las arcillas ya señaladas.

Y en segundo lugar el agro, importante porque en el territorio participamos de cuatro de los siete suelos más productivos del país: la región San Félix-Roncesvalles en lo alto de la cordillera Central, la zona cafetera sobre  la ruta de la colonización entre Neira y Caicedonia, un fragmento del valle del río Cauca que comprende los ríos La Vieja y Risaralda, y otro fragmento del fértil valle del río Magdalena.

Pese a las limitaciones de los suelos más accidentados de los flancos cordilleranos y de otros suelos pobres con vocación forestal dado su deslavado de bases consecuencia de las intensas lluvias en zonas como las cuencas medias del oriente caldense y del Alto del Nudo, podemos implementar, primero modelos silvopastoriles y agroforestales, combinados con una oferta de bienes culturales y servicios ambientales variados y cualificados como estrategia para cerrar la profunda brecha de productividad del medio rural; y segundo, crear las condiciones asociativas para unos clústeres regionales agroindustriales y pecuarios, en sectores clave como la palma africana, las heliconias, las frutas tropicales y la ganadería.

En resumen, para los asuntos mineros es hora de emprender una tarea compleja que exige del conocimiento: primero, para emprender la evaluación y caracterización de nuestros yacimientos atendiendo a un orden de prioridades; segundo, para la formulación de unos términos de referencia para atraer la inversión extranjera, donde se contemplen principios y criterios rectores para prevenir enclaves de economía extractiva que desestructuren territorios; y tercero, para el desarrollo del potencial energético del oriente y de medios de transporte en ambas cuencas, para reducir entre 3 y 4 veces los costos energéticos y los del transporte como se ha señalado.

Y en cuanto al sector agropecuario, indudablemente habrá encontrar sinergias entre la economía verde y la del conocimiento para partir de unas políticas basadas en ciencia y tecnología, además de implementar una red  vial terciaria como catalizadora de la pobreza rural y de hacer del Paisaje Cultural Cafetero una estrategia para el bioturismo. Con lo primero resulta viable elevar la productividad del campo, primero soportados en la cultura para apoyar lo rural y artesanal sin confundirlo con lo industrial, y segundo iniciando el desarrollo de diferentes clúster regionales y agroindustriales innovando en los eslabones de cadenas productivas intensivas en tecnologías duras, blandas e intermedias, que aprovechen el potencial de nuestros suelos.

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* Profesor Universidad Nacional de Colombia http://gonzaduque.es.tl [Ref. La Patria. Manizales, 2012-05-28] Imágenes en: flickr.com

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