Turismo para el Norte de Caldas
La región posee una riqueza natural en bruto. Desarrollarla turísticamente demanda inversiones multimillonarias. Tenemos que entender que el turista o visitante es exigente y busca comodidad, satisfacción, entretenimiento, magnífica infraestructura carreteable y de servicios públicos, hoteles confortables y una carta exquisita. Atender estos requerimientos demanda inversiones que están bien lejos de nuestras posibilidades presupuestales.
El Quindío ha logrado desarrollarse turísticamente porque allí llegaron inversionistas de alto turmequé –entre ellos muchos mafiosos- y tuvo la suerte de contar con la Federación Nacional de Cafeteros que contribuyó en la proyección y financiación del parque temático de Panaca. Pero además el Quindío es un departamento muy pequeño geográficamente –su área territorial es igual a la del municipio caldense Samaná- con una envidiable infraestructura vial. Con una hotelería estandarizada en la normatividad internacional, en este joven departamento estaban dadas las condiciones para que se diera el vertiginoso avance que ha obtenido hasta hoy en la llamada industria sin chimeneas.
En el norte de Caldas tenemos los escenarios, pero no la infraestructura ni los recursos para desarrollarla. Si entráramos a detallar todo lo que tiene la región para ofrecerles a turistas y visitantes, necesitaríamos emborronar muchas cuartillas. Las cascadas de Neira, impresionantemente bellas; los paisajes montañosos de Aranzazu, espectaculares; la arquitectura de Salamina, plasmada en acuarelas y pinturas por reconocidos artistas; las casas en tapia y bahareque en Pácora, con tejas de barro y paredes escaladas matizadas de vivos colores y ventanas; la arquitectura autóctona de Aguadas, única y conservada del proceso de colonización antioqueña, para enumerar unos pocos atractivos.
Facilitar el acceso de turistas y visitantes a estos y otros lugares, constituye el gran reto si pretendemos involucrarnos en la industria sin chimeneas que hoy representa una de las principales fuentes de ingresos de muchos países del mundo, entre ellos España. ¿Cómo? Necesariamente la región tiene que unirse alrededor de este propósito y definir los atractivos que se incorporarían a una oferta turística. Un tema que ayuda es la declaratoria del Eje Cafetero como patrimonio cultural de la humanidad. Habría que averiguar si la Unesco tiene recursos para ayudar a estos municipios en su desarrollo turístico.
La gestión sería uno de los instrumentos eficaces para enjugar la escasez de recursos que demanda la construcción de infraestructura turística. El gobierno Central, a través de la Corporación Nacional de Turismo, podría convertirse en un gran aliado. Por ahora, lo más importante es convocar voluntades, elaborar un plan estratégico y definir el cronograma de trabajo. Lo importante es empezar. El desarrollo turístico del Qundío ha sido producto de un largo proceso construido de peldaño en peldaño.