29 de marzo de 2024

¿Quién está detrás del atentado contra Londoño Hoyos?

30 de mayo de 2012
30 de mayo de 2012

jose miguel alzateNo otra cosa puede decirse sobre este hecho que le recordó a Colombia los años aciagos en que los terroristas explotaban en las ciudades carros bomba que dejaban una estela de sangre. Lo ocurrido en la Capital de la República es síntoma de que, en el último año,  se ha retrocedido en materia de seguridad. Este atentado debe servirle de  advertencia al Gobierno Nacional para no bajar la guardia frente al terrorismo.

¿Quiénes pueden estar detrás de este atentado contra un hombre que fue determinante en la puesta en marcha de la política de Seguridad Democrática que enarboló como bandera el gobierno de Alvaro Uribe Vélez? Un alto oficial de la policía responsabilizó desde el primer momento a las Farc. Pero algunos analistas dudan que el grupo armado esté detrás de este atentado. Sustentan su hipótesis en el hecho de que en el Congreso de la República se esté estudiando en este momento el proyecto de marco para la paz, que les abre una ventana para intentar buscar acercamientos con el Gobierno Nacional en procura de iniciar unos diálogos que puedan conducir a un proceso de desmovilización.

Fernando Londoño Hoyos representa a la derecha más recalcitrante que existe en  Colombia. Sus opiniones sobre los actos terroristas de la guerrilla han sido siempre de condena contra sus formas de lucha. Por esta razón, es posible que fuera declarado objetivo militar por parte de la agrupación armada. Además, su férrea defensa de los militares que han sido condenados por sus nexos con los paramilitares le ha granjeado fuertes críticas por parte de sectores de opinión que culpan al ejército del fortalecimiento de estos grupos. En sus columnas en El Tiempo se ha pronunciado en defensa de oficiales como Rito Alejo del Río y Alfonso Plazas Vega, condenados por la justicia colombiana a penas privativas de la libertad.

El escándalo con las acciones de Invercolsa desató en Colombia muchos pronunciamientos en contra el exministro nacido en Manizales. En los foros en Internet Fernando Londoño Hoyos, un hombre vertical en sus apreciaciones, recibe constantemente virulentos ataques por este motivo. Muchos lectores lo han tildado, incluso, como ladrón de cuello blanco. ¿Aprovechó la guerrilla ese sentimiento de rechazo hacia Londoño Hoyos por parte de los internautas para atentar contra su vida? Sería peligroso para el país que esa rabia que los lectores manifiestan en los foros motive un atentado de esta naturaleza. Los organismos de investigación del Estado están llamados a esclarecer este condenable ataque contra un hombre brillante.

¿Le conviene a la izquierda colombiana patrocinar un atentado contra el más connotado vocero de la derecha? Definitivamente, ¡No! Porque no es tratando de silenciar a quienes combaten sus ideas con el poder de palabra como van a conquistar nuevos simpatizantes. Al contrario, hechos terroristas como el atentado contra Londoño Hoyos le quitan a la extrema izquierda argumentos para fortalecerse electoralmente. La historia es rica en ejemplos. Si el movimiento M-19 no se hubiera acogido a un proceso de paz, no habría alcanzado el protagonismo que logró en la Asamblea Nacional Constituyente. Sus líderes se convencieron de que no era secuestrando ni protagonizando hechos violentos como iban a lograr el apoyo en las urnas.

Fernando Londoño Hoyos es un hombre que despierta sentimientos encontrados. A muchos colombianos los seduce su inteligencia, su valor para decir verdades, su verticalidad, su versación literaria, su oratoria que rescata la palabra como instrumento para exponer ideas. Otros no ven con buenos ojos su defensa de algunos militares comprometidos en masacres o en falsos positivos, ni su reiterada defensa del gobierno de Alvaro Uribe Vélez, ni sus críticas contra las propuestas de Juan Manuel Santos. Pero en una cosa están de acuerdo críticos y admiradores: es un hombre que mueve opinión. Y esta pudo haber sido la razón que motivo el atentado contra su vida. Porque Londoño Hoyos no carga agua en la boca para decir lo que piensa.