18 de abril de 2024

Etario, máximo-máxime, miembro, musa

9 de mayo de 2012
9 de mayo de 2012

osorio efraim

Es un neologismo, tomado, dice la Academia de la Lengua, del latín ‘aetas’ (edad). Hablo del adjetivo ‘etario-ria’, que la rectora del idioma define de este modo: “Dicho de varias personas: Que tienen la misma edad”. Digo que es un neologismo, porque, a pesar de que ya había sido empleado por algunos escritores, aparece por primera vez en la edición del 2001 de El Diccionario. Quizás por esto no se le pueda condenar a la directora de Fundalectura su grafía equivocada, ‘etáreo’, en esta oración: “…creo que es la primera vez que un Estado le pone tanta atención a un grupo etáreo para el que es tan importante la familiarización con los cuentos…” (El Tiempo, Carmen Barvo, 21/4/2012). Se refiere ella a los niños, “grupo etario”, adjetivo este mal formado, porque los vocablos derivados se construyen tomando la raíz del elemento base, o éste, completo; y agregándoles una desinencia que indica el significado de la palabra formada, norma que no sigue el adjetivo de marras. En efecto, la raíz de ‘aetas’ se saca de su genitivo ‘aetatis’, ‘aetat-’, de tal manera que, castizamente construido, el adjetivo sería ‘etatario’, cacofónico, sin duda. Entre paréntesis, y como complemento de lo expuesto, ‘aetas’, en latín, es la contracción de ‘aevitas’ (tiempo, duración, edad, inmortalidad), que proviene de ‘aevum’ (tiempo largo, infinito, eternidad, duración ilimitada). Además, ‘aet-’ nada significa, por lo que el sufijo ‘-ario’ no tiene con qué relacionarse en el adjetivo ‘etario’. Entonces, en una próxima edición de su diccionario, la Academia, encañengada ya con esta palabra, debería encabezar su definición así: “Etario-ria. (De origen caprichoso). “Dicho de varias personas”, etc. ¡Ah!, y le da una segunda acepción: “Relativo a la edad de una persona. ‘Período etario. Franja etaria’ ”. Pues, sí. ***
Hay adjetivos que son también adverbios, por ejemplo, ‘pronto’, que, como lo primero, significa “veloz, acelerado, ligero”; como lo segundo, “prontamente, luego, al instante”. Esta característica  la tiene también su sinónimo ‘presto’, pero no el adjetivo calificativo ‘máximo-a’ (superlativo de ‘grande’), que “se dice de lo más grande en su especie”. El columnista Jaime Alzate Palacios ignora esta norma, porque emplea el superlativo ‘máximo’ por el adverbio ‘máxime’ en la siguiente oración: “Los elogios no se dejaron esperar, máximo cuando ya se estaba rumorando que Obama nos sorprendería…” (LA PATRIA, 21/4/2012). Además de la susodicha acepción, el superlativo ‘máximo’ tiene esta otra, pero ya como sustantivo masculino: “Límite superior o extremo a que puede llegar algo”. El adverbio ‘máxime’, tomado literalmente del latín, quiere decir lo siguiente: “En primer lugar, principalmente, sobre todo”, acepciones estas dos últimas las adecuadas en la oración glosada. De esta forma, doctor, sí nos entendemos. ***
Las ‘musas’ eran “las deidades que, según la fábula, habitaban, presididas por Apolo, en el Parnaso o en el Helicón y protegían las ciencias y las artes” (El Diccionario). Para los clásicos latinos, la palabra ‘musa’, procedente del griego ‘mousa’ (‘arte, ciencia, poesía, música, canto’), significaba “canto poético, poesía, verso; doctrina, ciencia, artes liberales; estudio; inspiración”. Significado este último que nosotros le damos cuando hablamos de la ‘musa’ de los escritores, muy especialmente de los poetas, por supuesto, de poetas como Porfirio Barba Jacob. Andaba, pues, por los cerros de Úbeda el autor del crucigrama de El Tiempo del 4 de abril de 2012, pues definió a Dulcinea del Toboso de esta guisa: “La humilde Aldonza Lorenzo, la musa de don Quijote”. Que yo sepa, el Caballero de la Triste Figura sólo escribió la “Carta de don Quijote de la Mancha a Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria”, que se encuentra en el capítulo LI de la segunda parte de la maravillosa obra. Y, tal vez, la misiva que, desde la Sierra Morena, le envió a su Dulcinea con Sancho Panza, y que éste tuvo que aprendérsela de memoria, pues no sabía ni escribir ni leer. La sin par Dulcinea del Toboso no era la musa de don Quijote, sino su dama, su señora, por la que con frecuencia suspiraba y derramaba sentidísimas lágrimas; a la que se encomendaba, después de Dios, antes de entrar en las desiguales, singulares y nunca antes vistas batallas que su locura le deparaba; y a la que tenían que visitar los derrotados por su fuerte brazo, para rendirle el debido homenaje y darle los recados del vencedor. ¡A propósito!, ‘museo’, del sustantivo latino ‘museum’ (lugar consagrado a las Musas, templo de las Musas, museo, academia),  tomado así mismo del griego, significa “lugar en que se guardan objetos artísticos, colecciones científicas o de otro tipo, convenientemente colocados para que sean examinados” (M. Moliner). ***
Para nuestro hermoso castellano, no cesan las consecuencias desastrosas del nefasto ‘lenguaje incluyente’. En el programa de radio de RCN de las 7 de la mañana (23/4/2012), el dizque muy conocido periodista Vicente Cortés Almeida, hablando con las mujeres de Barbacoas, Nariño, dijo: “…fulana y zutana son miembras de la fundación…”. ¡Casi nada de epidemia!

Abandono real: La VEINTITRÉS, nuestra gran vía, en el olvido.