10 de febrero de 2025

El presidente socialista de Francia

27 de mayo de 2012
27 de mayo de 2012

albeiro valencia llano Se licenció en Derecho en París y después ingresó al Instituto de Estudios Políticos; entró al gabinete de Françoise Miterrand  y después, se desempeñó como primer secretario del Partido Socialista. En octubre de 2011 fue designado candidato para las elecciones de 2012 y triunfó debido a tres factores: su programa pragmático, los errores de Nicolás Sarkozy y por la crisis económica que atraviesa el viejo continente. Hubo castigo contra Sarkozy, quien venía arrastrando en los últimos años bajísimos índices de popularidad, por su arrogancia y por la alianza estratégica con Ángela Merkel; los dos gobernantes conservadores lideraron la campaña para sacar a los países más débiles de la crisis financiera, exigiendo austeridad en las cuentas públicas a cambio de préstamos. Pero al presidente de Francia no le funcionó la fórmula, no mejoró el funcionamiento de la economía y estuvo subordinado a la Unión Europea (UE) y a la canciller Ángela Merkel.

Después de perder las elecciones el 22 de abril Sarkozy “tiró toda la carne al asador” y se la jugó con la extrema derecha, para atraer a los votantes del Frente Nacional, de Marine Le Pen; pero con esta torpe maniobra perdió los votos del centro y la líder del ultraderechista partido Frente Nacional, invitó a votar en blanco. El brusco giro a la derecha hizo que el centrista Françoise Bayron anunciara su voto por Hollande, quien ya tenía apoyo sin condiciones del líder del Frente de Izquierda Jean-Luc Mélenchov y de la ecologista Eva Joly. De este modo se aseguró la llegada al Palacio del Elíseo de un presidente socialista, después de 17 años de gobiernos conservadores.

Las dificultades de Europa

El Viejo Continente sigue sumergido en la crisis. El desempleo en la Eurozona alcanzó un nuevo récord con 17,4 millones de personas sin trabajo, con tendencia al alza. El problema es particularmente dramático en España, donde más de la mitad de sus habitantes, menores de 25 años, están desempleados. Aquí el presidente socialista Rodríguez Zapatero había tomado medidas de ajuste, de austeridad, pero cuando llegó a la presidencia el líder conservador Mariano Rajoy aplicó la más agresiva fórmula de recortes sociales que tiene al pueblo sumido en la desesperanza, con un desempleo del 25%.
La situación sigue grave en otros países. En Gran Bretaña permanecen las cifras negativas; aquí su primer ministro, el conservador David Cameron, viene repitiendo que “una situación muy difícil acaba de volverse más difícil”. La crisis avanza en Italia, Portugal, Irlanda y Grecia, donde sus dirigentes no encuentran soluciones y el pueblo sigue sumergido en el desespero.

Grecia aparece como el eslabón débil, es uno de los países más endeudados del mundo, posee un alto desempleo y padece la aguda austeridad económica decretada por sus gobernantes. El desengaño se evidenció en las elecciones del 6 de mayo cuando, furiosos por los sacrificios y cansados porque la UE y Berlín imponen su política económica, votaron con el corazón y con las vísceras; los resultados no podían ser más reveladores: fragmentaron el bipartidismo dominante desde 1974, pues la conservadora Nueva Democracia y los socialdemócratas (PASOK), partidos mayoritarios que impusieron la austeridad y los rescates, sólo lograron el 32% de los votos.

En este escenario se fortalecieron nuevas fuerzas: la Coalición de Izquierda Radical, se convirtió en el segundo partido (16,76%); el Partido Comunista alcanzó el 8% y la Nueva Izquierda, el 6,1%. Entró al Parlamento un nuevo partido, Aurora Dorada con 7%,  con sus programas neonazis y con una campaña xenófoba y antieuropea. Si las fuerzas de izquierda se hubieran unido para las elecciones habrían asestado un duro golpe a la casta de políticos tradicionales; por ahora se dificulta la formación del nuevo gobierno.

Europa mira a Francia

Ante los vientos de cambio muchos analistas plantean que la victoria del socialista Françoise Hollande inaugura una época de esperanza para Europa, porque su triunfo sacude las bases de la estrategia económica dirigida por el eje franco-alemán. Hay señales de cambio en Grecia, Holanda, Italia y posiblemente en Alemania; lo primero que puede llegar es la revisión de las políticas neoliberales impuestas por la alianza Merkel-Sarkozy, a través de la Troika Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea, que profundizaron la crisis en los países periféricos y que tuvieron que ser rescatados (Irlanda, Grecia y Portugal), pero perdieron sus soberanías. Hoy están en peligro Italia y España, naciones donde se aplica una exagerada política de austeridad que comprende aumento de la edad de jubilación, congelación de pensiones y salarios, recortes en educación y salud, y privatización de las empresas públicas.

Frente a esta dura realidad dijo Hollande, en su discurso del 6 de mayo, que “Hay pueblos que quieren acabar con la austeridad y nos miran”. Por estas razones se espera un cambio de dirección en la política económica de Europa.
Los retos de Hollande

Desde mayo deberá conformar el nuevo gobierno; viajará a Berlín para renegociar el tratado fiscal europeo y volará a Estados Unidos para la Cumbre del G8 y a la OTAN. Entre los puntos más complicados está reducir el déficit público para recuperar el equilibrio a finales de 2017, aumentar el impuesto a las grandes fortunas y estimular el crecimiento por medio de la inversión y el empleo. Pero hay un punto crucial: prometió retirar las tropas francesas de Afganistán, antes del mes de diciembre, y este es un duro golpe para la OTAN y contra las pretensiones guerreristas de las potencias occidentales.