Minería ilegal mayor riesgo para la seguridad del país: General Naranjo
“El primer reto y desafío y la principal amenaza de la seguridad de los colombianos es la minería ilegal”, afirmó Naranjo.
Señaló además que alrededor de la minería ilegal se está generando una subcultura de violencia en las zonas del país donde se desarrolla.
Dijo que el daño que produjo el narcotráfico con lo cultivos ilícitos, que fue muy alto, para nada es comprable con el daño al medioambiente que está produciendo la minería y la explotación a cielo abierto de manera ilegal.
“El daño que produce la minería ilegal está llevando a miles de colombianos, a cientos de familias, a ser parte de una cultura que está en la ilegalidad”, agregó.
El directo de la policía insistió en que “hoy el principal reto y desafío colombiano es contener la minería ilegal”.
El general Naranjo dijo que espera, antes de dejar la dirección de la institución en julio, dar captura la policía al segundo narcotraficante más buscado del mundo, Daniel Barrera Barrera, alias “El Loco”, por quien las autoridades ofrecen una recompensa superior a los cinco mil millones de pesos.
El alto oficial señaló que de darse esa captura espera acabar con los rumores que existen sobre la supuesta complicidad de miembros de la institución con el narcotraficante.
Manifestó que alias “El Loco” Barrera “está pagando escondederos” y que solo falta o que se entregue a la justicia de EEUU o ser detenido por las autoridades colombianas. Luego de haber anunciado su renuncia a la institución, el general Naranjo dice que quiere entregarle al país su último triunfo.
«Esperaría antes de estos dos meses dar buenas noticias, contra un individuo que se me ha convertido en una cierta obsesión por qué hay detrás de el nombre de él también una maleficencia contra mi«, dijo el general Oscar Naranjo al hacer referencia al reconocido narcotraficante Daniel ‘el Loco Barrera’.
«Este delincuente de poca monta de la noche a la mañana resultó siendo emblemático y es usado por muchos de mis detractores para indicar que somos permisivos con él. La verdad ese señor está pagando escondederos y también está haciendo parte de las negociaciones de sometimiento a la justicia norteamericana».
Naranjo señaló que a pesar de los señalamientos sobre la infiltración de narcotraficantes en la Policía, él se siente satisfecho ya que ninguno de los delincuentes capturados y extraditados a Estados Unidos, ha comprometido o señalado a ningún alto oficial de la Institución.
Sin embargo, reconoció que a la Policía la persiguen cuatro monstruos que siempre están ahí acechando. «El monstruo de la ineficacia, cuando una policía es permisiva termina tolerando el delito. Cuando una policía es arbitraria y usa la fuerza de manera desproporcionada se incurre en brutalidad policial y cuando es insolidaria con las víctimas».
El alto oficial defendió además al patrullero Antonio Alarcón, involucrado en la investigación por la muerte del joven grafitero en Bogotá. Dijo que está seguro que no es un criminal y pidió celeridad en las investigaciones para que se logre justicia en este sonado caso que puso en el ojo del huracán a la Policía.
«Yo sé que la muerte de Felipe es irreparable. Lo que quiero es justicia, cuando veo al patrullero corriendo por los pasillos de Paloquemao, asediado por los medios de comunicación como si fuera un delincuente, yo siento un profundo dolor por ese policía que para nada se propuso matar a ese joven».
Dijo además que «me duele la muerte de Diego Felipe Becerra, el muchacho conocido como el grafitero. He dicho que desde el principio estamos frente a la actitud de un policía que siendo un joven, a mí francamente me pareció honesta, un policía que dispara evidentemente contra el joven, pero un policía que llama a la central a avisar lo que hizo y a solicitar ayuda. Este joven patrullero siempre ha estado dispuesto a ir a los estrados judiciales aceptar sus responsabilidades en el marco de su labor».
El alto oficial de la Policía, declarado perseguidor no solo de guerrilleros sino también del crimen organizado derivado del narcotráfico, ha lucido el uniforme de su institución desde 1976.
Y lo luce desde el día en que decidió desertar del periodismo e ingresar a la Escuela de Policía General Santander.
Desde entonces, logró cautivar la atención de sus superiores, primero de sus comandantes y luego de los presidentes del país, quienes reconocieron sus dotes para el mando y su inclinación por las tareas de inteligencia.
Justamente esa pasión por las tareas en investigación le permitieron convertirse en el primer director de los servicios de Inteligencia de la Policía colombiana.
Desde finales de la década de los ochenta y en la de los noventa, Naranjo acumuló una vasta experiencia en la lucha para desarticular los principales carteles de la droga del mundo, los de Medellín y Cali, y en la captura de los principales capos de esas organizaciones criminales.
Naranjo fue enviado por el entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002) a Londres como agregado policial.
Regresó a Colombia cuando Uribe, ya en el poder, lo designó comandante de la Policía de Cali, suroeste del país, desde donde comenzó a combatir a los poderosos herederos del cartel de la droga de esa ciudad.
Pasaron algunos años y Uribe, de manera sorpresiva lo designó en mayo de 2007 director de la Policía Nacional, tras retirar a varios generales con mayor antigüedad en ese cuerpo.
La llegada de Naranjo fue clave para la persecución a las Farc.
También para ir, sin titubear, contra los sucesores de los paramilitares de la ultraderecha armada, las llamadas bandas criminales (bacrim).
Las estrategias del general Naranjo «fueron determinantes para impedir que ese flagelo (bacrim) tomara una dimensión mayor», reconoció hace poco un informe periodístico.
Varias famosas operaciones de los últimos años llevan en lugar prominente la firma de Naranjo, entre ellas «Jaque», por la que fueron rescatados en 2008 quince secuestrados, entre ellos la excandidata presidencial Ingrid Betancourt.
También rubricó la «Operación Fénix», en la que murió en territorio de Ecuador el entonces «número dos» de las Farc, Luis Edgar Devia Silva, alias «Raúl Reyes».
Sus indagaciones de inteligencia, junto a las de las Fuerzas Militares, igualmente destacaron en la ubicación y el bombardeo contra el campamento del exjefe militar de esa guerrilla, Víctor Julio Suárez Rojas, alias «Jorge Briceño» o «Mono Jojoy», en septiembre de 2010.
O igualmente la acción que derivó en la muerte del máximo jefe de las Farc, Alfonso Cano», verdadero nombre de Guillermo León Sáenz, en noviembre de 2011 en una montaña del departamento andino del Cauca, en el suroeste.
Pero también a Naranjo se deben las desarticulaciones de poderosas estructuras criminales y de grandes barones de la droga que, finalmente fueron detenidos o muertos y muchos extraditados a Estados Unidos.
Desde su silla dirigió operaciones especiales contra reconocidos capos con verdaderos ejércitos privados, como en los casos en que fueron detenidos o muertos algunos de los hombres más buscados de Colombia en los últimos años.
Daniel Rendón Herrera, alias «Don Mario»; Oliverio Guerrero Castillo, alias «Cuchillo», y «Los mellizos», los hermanos Miguel Ángel y Víctor Manuel Mejía Múnera, cayeron bajo su dirección.
En los últimos años, Naranjo concentró sus esfuerzos para contener a poderosos grupos criminales muy reconocidos como «Los Rastrojos», «Los Machos», «Los Paisas» y «Los Urabeños».
La tarea contar esas organizaciones la inició Naranjo que fue, además unos de los creadores de la llamada Comunidad de Policías de América (Ameripol), que el 14 de noviembre de 2007 lo convirtió en su secretario ejecutivo.
No en vano Naranjo, el oficial que ha alcanzado como ninguno en la historia de las instituciones armadas y de la Policía en Colombia cuatro soles, ha recibido en su vida decenas de condecoraciones en su país y en el exterior.
Y por si fuera poco, en 2010 fue reconocido como «el mejor policía del mundo».