Las prostitutas que vuelven locos a los extranjeros
Más allá de todo lo que se ha dicho sobre las acciones “impropias” que enredan al servicio secreto estadounidense, ¿quiénes son esas putas costosas que tanto buscan extranjeros y empresarios en la ciudad?
No son callejeras. No están en la calle de la Media Luna. Por el contrario, son contactadas por páginas web, buscadas en burdeles de alta reputación, por recomendación o de manera independiente.
El negocio
Las empresas que se dedican a ofrecer a estas chicas venden tratos exclusivos, sabiendo que sus clientes son distinguidos.
“Chicas particulares, con una vida normal y sin cargas, con un buen nivel socio-cultural y que han decidido experimentar este mundo como algo temporal”, dice en una de las tantas páginas que ofrecen compañías de mujeres.
“Te pueden contactar en muchos bares o en el Centro; luego de ahí vas al hotel donde se está hospedando el cliente”, afirma Hellen (*), quien vive muy de cerca esta situación.
Los clientes se alojan normalmente en hoteles o edificio de Bocagrande, Castillogrande, El Laguito o La Boquilla.
Por lo general, estas trabajadoras sexuales son muy elitistas y buscan empresarios o extranjeros, como señala el docente investigador Edgar Acuña -quien realizó un estudio en 2009 con estudiantes universitarias que se dedicaban a la prostitución_, «no comercializan su cuerpo con cualquiera ni a cualquier precio».
Muchas de las que ejercen este oficio trabajan independientemente, en sus propios apartamentos, con sus celulares. Otras están en redes de proxenetas, cobran elevadas sumas de dinero y tienen muchos recursos.
Casi nunca salen solas con los clientes, el cual les gasta a todas las compañeras y es el encargado de presentarles otros compañeros a las demás.
Comunes y corrientes
Acuña asegura que son niñas que se confunden entre otras estudiantes universitarias y que pueden manejar una doble vida.
“Son estudiantes y trabajadoras sexuales, muchas tienen novios y tiene apartamentos en estratos altos”, añade el investigador. Acumulan grandes cantidades de dinero por lo alto que cobran sus servicios. Sin embargo, no todo es dinero.
Hellen afirma que “algunos no te dan plata como tal, pero te compran ropa y te llevan a lugares; eso es como una forma de pago”.
Dice que de esta manera se mantiene un contacto con el cliente para una próxima vez, incluso algunos envían dinero desde el exterior.
No hay un precio estándar de los servicios que ofrecen. “La tarifa se cuadra con el cliente e incluye todo lo que el cliente quiera, si quieren que te acuestes con 5 la vez o te quieren ver tirando con un amigo. Tú decides si lo haces o no”.
“Algunas pueden cobrar entre 300, 500, un millón o más, otras se prostituyen sin necesidad de plata”, agrega, sin desconocer que de lo que ganan viven muchas de sus familias.
Mejor extranjeros
Los colombianos no pagan bien. “Los extranjeros son el mercado más amplio, pero no los «mochileros», sino los que se quedan en hoteles o son más adinerados”, dice Hellen, quien agrega que los meses más prósperos son agosto y septiembre.
“Los italianos son los más puteros del mundo, los más puercos, en cambio los gringos son más exigentes”, afirma la joven.
En muchos casos, las trabajadoras salen del país en compañía de sus clientes.
Niñas de bien
Son chicas muy cultas que comercializan su cuerpo. Muchos de sus padres son profesionales destacados que les han suministrado todos los medios económicos pero no los afectivos.
“Son padres que no ejercen la autoridad y no dan el cariño que las niñas necesitan y estas buscan llenar esas faltas de afecto con los cliente, así nunca lo logren”, argumenta el investigador Acuña, agregando que normalmente son personas con baja autoestima, con depresión o ansiedad.
Malas o no, las “damas de compañía” siguen dando de qué hablar, y hoy ponen a tambalear a unas de las estructuras más importantes del gobierno norteamericano: el servicio secreto.
(*) Nombre cambiado.