¡La representación gremial!
Me niego a creerlo. Pero forma parte, injustificada, de una forma de pensar que se arraigó en el país, según la cual cuando surge un disenso, “di…sentir”, se mal entiende como enfrentamiento, chocar sin argumentos, o peor aún, de hacer oposición. Y claro, hacer oposición implica enfrentar al gobierno, con las supuestas consecuencias políticas. Pues no. Los gremios no hacen oposición. Los gremios están en su legítimo derecho a ejercer su vocería con argumentos y de manera constructiva. Y ello no puede ser sujeto de retaliaciones.
Lo contrario sería aceptar que, como la política es el escenario de las confrontaciones, también lo es la acción gremial. Estamos hablando de los derechos de asociación y libre expresión. Manifestaciones inalienables y reconocidas por el Estado Social de Derecho, como búsqueda permanente del ideal democrático. Estamos hablando de reglas de juego, formales e informales, para ejercer nuestro derecho de actuar como minoría, para buscar el orden “económico y social justo” y la “prevalencia del interés general”, que pregona nuestra Constitución Política.
Cualquier dirigente gremial se sentiría inferior a la responsabilidad que, legítimamente, le otorgaron sus representados, si no defendiera sus intereses, si no hiciera explícitas sus demandas y preocupaciones, siempre en la esfera de “lo público”, en donde debe producirse el ejercicio gremial. Es un derecho, pero también una obligación. Y en nuestro caso no habría honrado mis obligaciones, si no hubiera levantado mi voz para advertir el drama social que se avecina. Incluso, habría faltado al compromiso íntimo, de representar con honradez la voz de cientos de miles de ganaderos, que sufrirán las graves consecuencias económicas y sociales de TLC´s inequitativos.
Son tesis que no hemos expuesto por capricho o interés particular. Corresponden a genuinas preocupaciones colectivas, analizadas y reivindicadas por distintos centros de investigación, que reconocen que la internacionalización de la economía no es condición suficiente para el desarrollo. Son verdades de apuño que, han suscitado la solidaridad de toda la institucionalidad ganadera –productores, gremios regionales y los más de 200 comités ganaderos locales– quizá porque han entendido que éste es un debate técnico, muy lejos de convertirse en una oposición al gobierno o en contra de la apertura, que sabemos necesaria.
La razón es sencilla, la vocación de un dirigente gremial probo es, justamente, la de propender para que al gobierno le vaya bien y la economía esté robusta. Los escenarios virtuosos de “prosperidad para todos” son los que nos interesan. En consecuencia, la representación política que ejercen los gremios, debe ser entendida como un diálogo social, una crítica constructiva, válida, autorizada que se inserta en los procesos de una participación ciudadana efectiva, en la búsqueda de los grandes objetivos del crecimiento económico, bienestar y desarrollo incluyentes, que siempre pregona el consabido discurso aperturista.
Por supuesto, es un futuro que hoy los ganaderos vemos bastante nublado. Razón de más para seguir trabajando con honradez, respeto, idoneidad y respondiendo a principios que no puedo soslayar. Parafraseando a Gilberto Alzate Avendaño: seré un barco que se hundirá con la luz encendida hasta el final, sin dar tregua. Porque prefiero ser esclavo de lo que he expresado en favor de los ganaderos, que amo de secretos a voces o de verdades inocultables. Tenemos derecho a la palabra, a opinar, a disentir y también a los consensos y a ser escuchados.
José Félix Lafaurie Rivera
Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN.