2 de diciembre de 2024

Filántropo, nosotros y nosotras, paso, partisano

25 de abril de 2012
25 de abril de 2012

osorio efraim

En el programa radial matinal de la W, de Julio Sánchez Cristo, la corresponsal de Nueva York mencionó entre los cien posibles escogidos por los lectores del Time Magazine como los personajes más influyentes en el 2012 al presidente colombiano Juan Manuel Santos y a Shakira, de quien dijo que era “cantante y filantropista” (3/4/2012). Al día siguiente, según mi fuente, el padre Jaime Pinzón, corrigió, y dijo “filántropa”. Hasta hace realativamente muy poco tiempo, ya en las postrimerías del vertiginoso siglo pasado, ‘filántropo’ era un sustantivo masculino invariable en género, por lo cual, para designar o calificar con él a una mujer había que decir ‘la filántropo’, como hoy, ‘la soldado’; e, inclusive, su definición en algunos diccionarios era ésta: “el que se distingue por su amor a sus semejantes”. Pero ya en la edición del diccionario de la Academia del 2001 está asentado de este modo: “Filántropo, pa. (del griego ‘filántropos’). m. y f. Persona que se distingue por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad”. Se puede, además, usar como adjetivo calificativo, aunque intrínsecamente siempre lo fue. Entonces, quien corrigió a la susodicha corresponsal hizo bien su tarea, y ella, muy sumisa, aceptó, y, así, adquirió un conocimiento más, porque “todos los días algo nuevo se aprende”. ***

“¿Hasta cuándo, señoras, abusaréis de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta vuestra sinrazón nos burlará?”. Con estas frases prestadas, el orador interpeló a las patrocinadoras del molesto ‘lenguaje incluyente’, vapuleado inútilmente por los amantes del idioma y combatido sin resultado positivo por la Academia de la Lengua, después de escucharle cuatro o más veces a Piedad Córdoba decir “nosotros y nosotras” en las declaraciones a los periodistas el día de la liberación de algunos secuestrados, el 2 de abril de 2012. Según la lógica de dicho lenguaje, la señora del turbante juega en los dos equipos, mejor dicho, pertenece a los géneros másculino y femenino, porque para sus seguidores el pronombre personal ‘nosotros’ designa única y exclusivamente a ‘ellos’; y ‘nosotras’, a ‘ellas’. Por lo tanto, al decir “nosotros y nosotras”, ella misma se incluyó en los dos. ¿Que no fue esto lo que quiso decir? Quizá no, pero su ‘lenguaje incluyente’ la traicionó. ¡De malas! Porque, si de todas maneras y tercamente, no acepta que el pronombre personal ‘nosotros’ incluya a las mujeres, ha debido expresarse de este modo: “Nosotras, las mujeres; y vosotros, los hombres que militáis conmigo…”. O, para no sonar muy afectada, “y ustedes, los hombres que…”, etcétera. ***

El presbítero Efraín Castaño escribió: “…paso viene de la palabra ‘pascua’, es jornada pascual” (LA PATRIA, 4/4/22). Ni es así,  ni es tan sencillo, padre: resulta que el vocablo ‘pascua’ viene del latín ‘pascha’ (festividad judía), que, a través del griego, procede del hebreo ‘pesah’, interpretado usualmente por ‘pasaje’, como si fuera ‘pasah’, que, en este caso, significa “omitir, pasar de largo”. Razón por la cual, en inglés, la Pascua de los judíos se dice ‘Passover’ (‘to pass over’, ‘atravesar, omitir’), ya que con ella conmemoran lo que, según el libro del Éxodo, ocurrió cuando, por la intervención divina, escaparon de Egipto, luego del paso del Ángel Exterminador, cuya misión fue la de entrar en todas las casas y privar de su existencia a los primogénitos de los egipcios, ‘pasando de largo’ por las de los hebreos, marcadas a propósito con la sangre del cordero sacrificado. En castellano, según Corominas, “el vocablo se alteró por influjo del latín (tardío) ‘pascua’, plural de ‘pascuum’, “alimento de los animales” (confusión sugerida por la terminación de los ayunos en Pascua)”. ‘Paso’, en cambio, viene del latín ‘passus’, que significa ‘paso, huella de pasos’ y ‘paso’, como medida itineraria. Y no es más el cuento, padre, según enseñan los que conocen estas quisquillas de los idiomas. ***

“No hay margen para un pacto partisano en esta materia”, escribió Natalia Springer en El Tiempo (9/4/2012). Expresa el meollo de su escrito de esta manera: “Solo dos países están en capacidad de desplegar una misión en Cuba”. Y habla del Alba; y habla de Chávez y de Venezuela y de Castro; y habla de Estados Unidos y de Obama y de su imposiblidad de ejercer un liderazo en la región; y habla del costo que su intervención le representaría a la Iglesia Católica, para, finalmente, soltar la frase de marras, que, con otra palabra, quedaría así: “No hay margen para un pacto ‘guerrillero’ en esta materia”, porque, a pesar de que en francés y en inglés, ‘partisan’ significa otras cosas (‘partidario’, por ejemplo), en castellano sólo quiere decir ‘guerrillero’, a secas, o “cualquier guerrillero que lucha contra un ejército extranjero de ocupación”. Es decir, que a la periodista, como dicen en román paladín, se le fueron las luces en tan importante sentencia. ¿Fue su intención afirmar que “no hay margen para un pacto de las partes en esta materia”? Ella sola lo sabe, y yo, francamente, no tengo la oportunidad, ni el tiempo, ni las ganas de preguntárselo. ***

La VEINTITRÉS: Ayer, nuestra Calle Real; hoy, el bulevar de la vergüenza.

Hubo una vez: Hace unos cuantos lustros, la VEINTITRÉS era limpia, tranquila y acogedora; hoy es sucia, peligrosa e irritante.