Colombian@s, haiga, viejo, yarda, exregistrador
La congresista Ángela María Robledo, de Caldas, escribió de este modo: “…capaz de devolver a los colombian@s la confianza” (LA PATRIA, 20/3/2012). ¿Cómo pronuncia usted, señora, este engendro? Olvidó, además, escribir el artículo, l@s, así, porque estas innovaciones irracionales son traicioneras. Lo mismo sucede con el ‘lenguaje incluyente’ (“Colombianos y colombianas por la paz”), que, no sólo es traicionero, sino también farragoso, nocivo e inútil. Dejémonos de tonterías y escribamos castellano. Estos absurdos embelecos estropean el idioma, ofenden a los lectores, deslucen el medio que los publica, y en nada contribuyen al fin que con ellos pretenden sus tozudas promotoras. ***
Dicen que los rumores son sólo eso, rumores. Pero éstos, cuando encierran mentiras o calumnias, lastiman a sus víctimas, son aceptados irracionalmente y se propagan con una velocidad espeluznante. El rumor actual afrenta a la Real Academia Española, pues insinúa que ésta acepta ya la inflexión verbal de ‘haber’, ‘haiga’. ¡Qué barbaridad! Parece, según cuentan por ahí (¿otro rumor?), que esto se debe a lo que sucedió cuando un platudo ignorante decidió comprar carro. El vendedor le preguntó qué carro quería comprar. El ignorante platudo respondió: “¡El mejor que haiga!”. Con este ‘haiga’ quedaron bautizados el platudo ignorante y el aparatoso vehículo. Histórica o no la anécdota, en su diccionario del 2001 la venerable Academia asentó este vocablo con la siguiente acepción”: “Haiga. m. coloquial. Poco usado. Automóvil muy grande y ostentoso. Úsase más en sentido irónico”. ‘Haya’, la inflexión irregular castiza, es la tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo ‘haber’, que en latín es ‘habeam’. Cuando este idioma comenzó a agonizar para darle paso al castellano, el vulgo pronunciaba ‘haiam, haias, haiat’, formas que terminaron convertidas en ‘haya, hayas, haya’, etc. Emilio Martínez Amador, en su Mega Gramatical, explica el origen de ‘haiga’: “En el subjuntivo merece señalarse la forma popular ‘haiga’, que tiene sus antecedentes clásicos, y que se debe a una analogía con otros presentes que toman ‘g’, como ‘valga, salga, tenga, venga´”. Es lamentable que no dé un ejemplo de esos ‘antecedentes clásicos’. Lo cierto es que en el siglo XV los clásicos escribían este verbo sin ‘hache’ y con ‘ve’, por ejemplo, Elio Antonio de Nebrija (1441-1522), en su Gramática escribe ‘aver’, infinitivo, y conjuga el presente de subjuntivo de este modo: “Oxalá aia, aias, aia, aiamos, aiais, aian”. Hoy, la inflexión verbal ‘haiga’ es señal de incultura, y así lo dice textualmente don Rufino: “Las formas ‘haiga, huiga, haigan, huigamos’, son atroces vulgaridades dondequiera que se hable castellano: ¿Qué cosa más hacedera que decir ‘haya, hayas’, etc.? (“Apuntaciones idiomáticas”). Y ‘huya, huyamos’, le agrego. ***
La columnista de LA PATRIA, María Carolina Giraldo, les dedica a los ‘viejos’ su contribución del 21 de marzo de 2012, y lo hace con mucho sentimiento, pero se pregunta: “Incluso mientras escribo me hago la pregunta sobre si la palabra viejo es peyorativa”. De ninguna manera. Yo, por ejemplo, prefiero que me digan ‘viejo’ a ‘adulto mayor’ o ‘de la tercera edad’, eufemismos tontos, como los que se usan para los ‘negros’, los ‘enanos’ y, hoy, para las ‘organizaciones de ladrones’, que llaman ‘carruseles’. El vocablo peyorativo es ‘vejestorio’. La palabra ‘viejo’ proviene del latín ‘vetus’ (de cierta edad, viejo, antiguo) a través de la pronunciación vulgar contraída (‘veclus’) del diminutivo ‘vétulus’ (viejecito, hombre anciano). Si el término fuera peyorativo, no se escucharía tan bien en la canción de Piero, “¡Viejo, mi querido viejo!”, y no despertaría los sentimientos que despierta. ¡Palabra! ***
Para nosotros, la ‘yarda’ es una medida de longitud equivalente a 0.914 m. Pero para los latinoamericanos asentados en la tierra del Tío Sam es también el ‘patio’ de su casa (o el ‘solar’ o el ‘corral’), porque en inglés se dice ‘yard’; como le dicen ‘brocha’ al cepillo y furnitura a los muebles. Y, seguramente, estos anglicismos espurios se encuentran ya en el Diccionario de Americanismos. Pero su uso es inadmisible entre nosotros, porque no los necesitamos. El columnista Luis F. Molina, de LA PATRIA, escribió: “…a que cuenten los días que pueden trabajar de verdad en lugar de ver qué pasa en la yarda del vecino” (21/3/2012). “En el ‘patio del vecino”, señor. Antiguamente, cuando construían viviendas para la gente, todas las casas tenían patios espaciosos, muchos con jardines, que las señoras cuidaban amorosamente; corrales para gallinas y conejos; y solares para cualquier cosa. ¡Qué tiempos! ***
Así redactó el cronista de “Supimos que”: “El exrregistrador delegado para Caldas, Danilo Medina, lo designó…”. De manera equivocada, por descontado. Pudo hacerlo de dos formas diferentes: La primera, siguiendo la nueva directriz de la Academia de la Lengua, haciendo de ‘ex’ un prefijo, así: “El exregistrador encargado…”; la segunda, ateniéndose a la norma tradicional y lógica, con ‘ex’ como adjetivo, de este modo: “El ex registrador…”. De cualquier manera, menos de la manera como quedó impresa en LA PATRIA, el 25 de marzo de 2012. ***
Hecho: La VEINTITRÉS, poco a poco pero inexorablemente, se está convirtiendo en la cocina de los manizaleños y de sus invitados.