17 de enero de 2025

Fray Rodín con Carmen de Georges Bizet y de Calixto Bieito

8 de marzo de 2012

fray rodinEsa muchacha en agraz, que  con su picardía y seducción era una viviente bacante, que hacía del amor romantico  y físico un apetitoso plato lujurioso que apuraron un soldado y un torero, aparece en la versión moderna como una atlética y fornida mujer, ya madura, de movimientos varoniles y voz ronqueta, «fuerte voz de pecho, con un amplio registro y un poder sorprendente hasta alcanzar las notas mas altas del clarín «. Y como si fuera poco, de tacones altos y falda ceñida, en vez de sus pies desnudos, danzantes, y su pollera al viento. Una jefa de una banda de contrabandistas marroquíes, en reemplazo de nuestra leve gitana, de coqueta voluptuosidad, que  justifica por sí  misma la rivalidad pasional entre el brigadier Don José y el torero Escamillo, oriundo de Granada. Don José, en el drama original, abandona la tropa para seguir a Carmen , la empleada de una fábrica de cigarros,y se interna en las montañas cercanas  a  Sevilla. En la versión moderna, se une a unos mafiosos marroquíes, de quienes la gitana es en la práctica la líder y la estratega. Mafiosos  con vestidos Armani  y con ametralladoras en la mano.Que en vez de aposentarse en las agrestes sierras, con escopetas y boinas y a caballo, como los bandidos españoles, practican orgías a bordo de cuatro automóviles y se emborrachan con whisky y meten cuanta cosa imaginable exista. Punto para el escenógrafo. El público se sorprende con el ingreso de los vehículos a las tablas del Teatro Mayor. Allí llega Escamillo,  en busca de Carmen, a quien había tratado de seducir cuando la conoció y Don José se va a los puños con el torero, lleno de celos. Escamillo sale airoso e invita  a  los contrabandistas a sus corridas en la Plaza de Sevilla. Carmen se aburre del soldado desertor y este va en busca del último suspiro de su madre, cuando una exnovia lo localiza y le comunica que su progenitora está agonizando. Carmen, la de Boito, aparece ya amante del Toreador Escamillo. La corrida, que es uno de los cuadros mas vistosos en las versiones clásicas, aquí se esquematiza exitosamente con un dibujo de un ruedo  realizado con cal, y las graderías, con un lazo  tendido  cerca del público, hacia el cual se vuelcan los coros  para simular el vocerío de la fiesta taurina.El toro de Osborne, que se encuentra en todas las carreteras de España, identifica la escena.Carmen aparece como la mujer de algún exitoso traqueto. Y  Escamillo nunca se quita su Armani, ni el gendarme su uniforme del moderno ejército africano. De alguna manera sabe que Carmen va a ver torear a su nuevo galán. Unas amigas de la gitana le aconsejan que no vaya a la plaza, que por ahí anda José presa de los celos. Carmen no presta atención, se encuentra con su examante y éste le ruega que vuelva a sus brazos. Carmen le dice que ya no lo ama. Que ama al Toreador. Y Carmen, la nueva, la mafiosa,con traje de Carolina Herrera, suponemos, es asesinada , tanto en la obra clásica como en la de Boito, a puñaladas, antes de ingresar a la Monumental de Sevilla.Fin. Los aplausos son atronadores y quienes amamos a la gitana, entramos en franca depresión por  su  muerte. Los románticos, los sensibles , los conservadores,los poetas, no pueden entender la osadía de Calixto Bieito, al derrumbar el mito de la Carmen de Bizet. Quienes por primera vez asisten a su escenificación, salen complacidos con la calidad del montaje y del marco musical impecable que logró la Sinfónica Nacional con el Coro de la Opera de Colombia y el infantil Crescendo Arte. 160 personas en escena. Y para la nostalgia, la interpretación de la sentida habanera, elogio cimero del amor, interpretado por la Mezzo soprano española Jossie Pérez que representa a Carmen y por la marcha El Toreador cantada por  el bajo de Islas Baleares, Simón Orfila. Nostalgia de las retretas del Parque de Caldas, cuando la Banda Municipal de Manizales atacaba sus notas,  bajo la dirección de los Maestros Nino Bonovolontá y Rubo Marín.Y de la primera novia platónica  que llevaba el ritmo con su cuerpecito en sazón y que por algún inexplicable  y ensoñador misterio, siempre la reencontramos en los mórbidos movimientos de las Carmenes que nos hemos encontrado en el camino….