20 de enero de 2025

Al país le quedó grande la innovación

20 de marzo de 2012
20 de marzo de 2012

El Foro Económico Mundial publica desde 1979 el ranking sobre competitividad global. En su metodología se estudian 12 pilares que agrupan una serie de indicadores económicos, institucionales, sociales y científicos. Entre estos se encuentran, por ejemplo, la estabilidad del marco institucional (el respeto y cumplimiento de las normas existentes), la adecuada infraestructura de transporte y comunicaciones, la alta calidad de los servicios médicos, la educación básica y la superior, así como la innovación.

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Según el Índice de Competitividad Global 2011–2012, siete países europeos ocupan un espacio en los primeros diez lugares, a pesar de los recientes problemas económicos de la región. El ranking es liderado por Suiza; le siguen Singapur, Suecia, Finlandia, Estados Unidos, Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Japón y Reino Unido.

En total fueron evaluadas 142 naciones, de las cuales la más destacada de América Latina es Chile (en la posición 31), seguida de Panamá (puesto 51), Brasil (53), México (58), Costa Rica (61), Uruguay (63) y Perú (67). Colombia aparece en la casilla 68, conservando la misma ubicación del informe 2010-2011 y superando a países como Argentina (89), Ecuador (101) y Venezuela (124).

Para la competitividad

En el pilar de la innovación se agregan aquellos factores que le permiten a un país desarrollar productos y procesos de vanguardia para aumentar la productividad y mantener una ventaja competitiva. Esto se construye a partir de siete indicadores: 1) capacidad para la innovación; 2) calidad de las instituciones de investigación científica; 3) gasto privado en investigación y desarrollo (I+D); 4) colaboración universidad-industria para I+D; 5) protección de la propiedad intelectual; 6) disponibilidad de ingenieros y científicos, y 7) el número de patentes de utilidad otorgadas por millón de habitantes.

Aunque Suiza también lidera el pilar de la innovación, los países que se encuentran en las primeras diez posiciones varían. En segundo lugar está Suecia, seguido por Finlandia, Japón, Estados Unidos, Israel, Alemania, Singapur, Taiwán (China) y Dinamarca. Otros países de gran importancia para la economía mundial como India y Rusia se ubican en los puestos 38 y 71, respectivamente. Con relación a América Latina, Costa Rica es el líder, con el puesto 35. Le siguen Brasil (44), Chile (46) y Colombia (57).

Se presentan dos hechos que corroboran las tendencias a nivel mundial: por un lado, no existen sorpresas en el top 10. En los primeros lugares están aquellos países que son considerados como modelos de políticas estratégicas de largo plazo en ciencia y tecnología, con altas inversiones públicas y privadas, incluso superando limitaciones demográficas.

Israel es uno de los casos más llamativos: con una población de 7,3 millones de habitantes ocupa el primer lugar entre 142 países en el indicador “Calidad de las instituciones de investigación científica”, superando a los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China), considerados como los grandes protagonistas de la economía y la política mundial en los próximos años.

Un dato que evidencia esta tradición en investigación son los premios Nobel de Química obtenidos por ciudadanos de este país en la última década: Avram Hershko y Aaron Ciechanover en el 2004, junto al estadounidense Irwin Rose; Ada Yonath en el 2009, junto a investigadores de India y Estados Unidos, al igual que Daniel Shechtman en el 2011.

En cambio, es evidente el rezago de la región latinoamericana en el fomento de la innovación. Ni Brasil ni México (este último en el puesto 63), considerados históricamente como los países con mayor proyección del continente, reúnen las condiciones para ubicarse en mejores posiciones.

Esta observación es respaldada con datos del Banco Mundial: América Latina y el Caribe invierten en promedio 0,68% del PIB en I+D, mientras en Asia Oriental y el Pacífico la cifra es 1,44%; por su parte, los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) destinan una media de 2,29%.

Ni ciencia, ni tecnología

La ubicación de Colombia en el Índice 2011–2012 (puesto 68), no ha variado mucho en los últimos años. En el reporte 2007–2008, por ejemplo, se encontraba en la posición 69 entre 131 naciones estudiadas. En la lista de tareas pendientes se sigue manteniendo el fomento a la innovación, así como el combate a la corrupción, la infraestructura de transporte y comunicaciones, la calidad de la educación tanto básica como superior, entre otras.

Precisamente, el Plan Nacional de Desarrollo 2010–2014 reconoce que la inversión en actividades relacionadas con la innovación es baja si se compara con otros países, y que esta se ha mantenido estancada durante los últimos años. En efecto, en el 2010, el país registró una inversión de 0,16% del PIB en I+D y de 0,41% en Actividades Científicas Tecnológicas y de Innovación (ACTI), entre las que se encuentran la enseñanza y la formación científica y tecnológica.

Lo complejo del asunto es que los bajos índices de inversión se mantuvieron a pesar de que el Congreso de la República aprobó, en el 2009, la Ley 1286 sobre Ciencia, Tecnología e Innovación; aunque también cabe anotar que durante la presidencia de Álvaro Uribe (2002–2010) se hicieron permanentes promesas de aumentar la inversión en I+D al 1% del PIB. El futuro de este tema es aun más preocupante si se tiene en cuenta que en el marco de las discusiones de la reforma a la educación superior colombiana, el fomento de la I+D ha pasado inadvertido.

Además, el país no debe combatir solamente los bajos niveles de inversión en innovación, sino que existen al menos otros cuatro desafíos: diseñar políticas estatales para aumentar el recurso humano para la investigación (lo que implica directamente el aumento de los investigadores con formación doctoral), establecer estrategias para que las leyes existentes tengan un impacto real en el corto plazo, identificar áreas prioritarias de investigación para focalizar los recursos existentes, así como disminuir la brecha regional en capacidades científicas y tecnológicas.

Por: UN Periodico