11 de septiembre de 2024

Desde el Quindío

21 de febrero de 2012
21 de febrero de 2012

 

Y surge una pregunta: ¿Era necesario esperar que pasaran cuatro fechas para darnos cuenta que es una nómina discretísima? Esta historia se repite cada semestre y solo en la segunda temporada del año 2010 se tuvo un equipo con jugadores de experiencia; pero ahí no hubo un gran esfuerzo económico; recordemos, Carlos Rodas y Elkin Murillo ya estaban en el equipo desde el primer semestre.

Murillo no era tenido en cuenta porque venía sin pretemporada-estaba sin equipo. Léider Preciado fue rescatado del ostracismo ya que llevaba un año sin actuar. El mérito fue del cuerpo técnico que los puso a punto y dieron los resultados que llevaron al onceno cafetero a los cuadrangulares.

Quindío venció 2-1 a Nacional como visitante y cuando pintaba para cosas grandes, el inversionista del equipo no atendió a los jugadores cuando solicitaron premios por logros.

El resto de la historia ya la conocemos, el técnico está supeditado a los valores que llegan de la primera B. Reconozco que el señor Hernando Ángel cuenta con una gran infraestructura en su escuela de Boca Juniors, pero el fútbol profesional es otra cosa.

Y llegamos a la eterna discusión, el inversionista no arma buen equipo porque la afición no acompaña y la gente no va en buen número al estadio porque no hay equipo bueno; en esa historia llevamos diez años.
¿A quién le duele realmente el equipo? Les duele a los escasos tres mil estoicos hinchas que acompañan al Quindío en el estadio Centenario, y otros quindianos radicados fuera de la ciudad.

Lo cierto es que la clase dirigente del Quindío está en deuda con la afición y el equipo. Lejanos están los días de aquellos desvelados pioneros que fundaron al Deportes Quindío, los que luego lo llevaron al título en 1956 y muchos hombres cívicos que le pusieron el hombro a la institución.

Hace 27 años viene siendo manejado por particulares, con algunas alegrías y muchas tristezas. ¡Qué se vaya Hernando Ángel! es lo que gritan muchos aficionados para fustigar al actual empresario, pero dejémonos de vainas, primero miremos si en algún municipio del Quindío hay un proyecto para decir que existe en este territorio alguna propuesta seria para asumir tremenda responsabilidad.

Algo hay que hacer, pero se necesita determinación, porque hasta ahora sólo hemos visto tibios intentos, como cuando Jorge Bermúdez pretendió negociar el 50% de las acciones de César Guzmán, quien acosado por una quiebra económica, tras invertir mucho dinero en Deportes Quindío, cedió, casi regalado, su porcentaje adquirido finalmente por Hernando Ángel.

Otro intento lo hizo Ricardo Arias Mora en 2003, primero reunió a la crónica deportiva, y luego tuvo el concurso de influyentes personajes de la ciudad en una cumbre realizada en el Armenia Hotel para salvar al Quindío, pero cuando el doctor Arias Mora entregó algunas cifras de lo que cuesta manejar un equipo de fútbol profesional lo dejaron solo.

En las tertulias de la plaza de Bolívar surgen fórmulas salvadoras, y hay muchas opiniones, pero todo queda ahí. Son muchos los que dicen querer al Deportes Quindío pero lo tienen como algunas de las familias que emigraron: otro huérfano de padres vivos.