Alfombra roja para los bacalaos
En el departamento del Quindío son muy notorios.
Se dedican al deporte de criticar especialmente a la clase politica posando de límpidos pero han sido toda la vida usufructuarios de cuanto político se atraviese.
El sonsonete contra los partidos y su parafernalia se hace más notorio especialmente en épocas preelectorales donde usualmente a través de columnas de opinión, los más sobresalientes, reconvienen y tratan muy mal a los que signan con adjetivos desobligantes porque han puesto su nombre a consideración de los electores para cualquier cargo público de esos por mandato constitucional.
Son dueños de una prosapia digna de encomio y además cuando suelen asistir a los velorios, es el momento cumbre donde la mayoría de estos bacalaos se encuentran para desagraviar a un difunto, aprovechan al calor de un tinto gratis por cuenta de los deudos para significar su lejanía y desaire con los que denominan politiqueros.
Los candidatos en trance del favor popular son el blanco de sus irreverencias. Los tratan de incompetentes, aparecidos, badulaques, en fin todo lo que atente contra la dignidad del pobre hombre o mujer en trance de búsqueda del voto popular.
Los bacalaos generalmente han ocupado cargos públicos por nominación y han sido unos petardos de la madonna.
Pero los bacalaos son también lagartos mimetizados y peor camaleones que van cambiando de piel a medida que avanzan las circunstancias.
Hacen parte de cuanta cofradía se inventan por ahí. Miembros honorables de la academia tal, cenáculos que sirven para un carajo, o de la nobleza culinaria de la región y qué decir de las juntas directivas de todas y cada una de las organizaciones de costurero que se inventan para su protagonismo.
Lo más singular de estos sujetos es que una vez pasa el proceso electoral cual bacalao camaleónico lo primero que hacen es pedir cita rimbombante con los nuevos detentadores del poder. Es su manía y exceso hacerse acreditar como notables.
Y en el orden de prioridades del mandatario ultrajado están los bacalaos. Mueven agenda con tal de atenderlos.
Usan la membresía de su academia o de su cofradía y olvidan de un tajo que han sido detractores de los que a la fecha sin ningún reparo hacen cohorte y se declaran amigos incondicionales.
Lo primero en la cita es entrar por la alfombra roja que para la ocasión les ponen los mandatarios días antes ultrajados.
Entran por la puerta principal del despacho no antes notificarle a la secretaria de su estatus, el número telefónico fijo y celular, dirección de residencia y oficina, por si acaso ¡Ala! puedo ser útil para algo. Y no te olvides incluirme en el nuevo protocolo, agregan.
Una vez ingresan al despacho la primera muestra mutua de hipocresía es que el o la mandataria se pone de pie deja el cómodo escritorio y se abalanzan casi milimétricamente como si se tratara de danzar un vals de Strauss y el abrazo de judas o del oso llega como una muestra significativa de lo que son unos y otros.
Se supone que los actuales mandatarios alguna vez dejen sus tronos buscarán asociarse y hacer parte de la misma cáfila.
Nótese que si se trata de una dama y los visitantes son unos caballeros los ósculos babosos hacen parte del ritual y el colorete del pintalabios puede sin mediar excusa quedar en alguna corbata o almidonada camisa seguramente estrenadas para la ocasión. No hay tutías.
“Estamos a tus órdenes, entiende que todos debemos empujar este carro para el mismo lado y no olvides mi experiencia en estos temas de administración pública que pueden servirte como una especie de asesor. Además debes entender que en el presupuesto existen unos rubros que pueden destacar o destinar, ¡ala!, un 10% por servicios que eventualmente se podrían tener en cuenta para por estos lados altruistas prestarle una desinteresada colaboración a tu administración”, Este párrafo extraído de la conversación oficial.(véase lo mal hablados)
Tinto va y viene y al final cumplido el hipócrita ritual pecaminoso los que tres meses atrás disparaban genialidades absurdas contra los hoy mandatarios han sido recibidos con toda pompa y los pobres pendejos que se la fajaron en la campaña son mirados con desdén y jamás podrán pisar la alfombra roja de los bacalaos.
Historia que se repite cada cuatro años y donde el que más saliva tiene más hojaldre traga y donde la hipocresía hace su presencia ostentosa porque es lo único que importa a los bacalaos, batracios, saurios, lagartos o camaleones, así estén de uno u otro lado del escritorio. Lo único claro es que son la misma fauna.