29 de marzo de 2024

Un acróstico para el gran ausente

1 de enero de 2012
El religioso, que oficiará al medio día del viernes en la Catedral, una misa de cenizas por el eterno descanso del número uno de la narración de la fiesta brava, acaba de poner en manos de Sergio Iván Ospina Macías, hijo del irrepetible cronista del aire, este emotivo acróstico que ha sido cedido amablemente al Contraplano para su publicación:

R aza brava la tuya Ramón; de caminar montañero; antioqueño de cepa.

A mable por el encaste caldense, de embestida radial sin peligro, noble y franca.

M anso en su querencia familiar. Casi fiero, si le profanan sus ritos taurinos.

O rador castellano y fino bajo el sol, poeta de seda y oro y con de trueno bajo la lluvia.

N arrador de leyendas de sangre y arena, insobornable en el corazón y en la palabra.

O rgulloso imaginario de la fiesta, ella es la vida de su corazón y sin ella su corazón se muere.

S e extasía con lo clásico y es exigente con los cánones, refinado y serio.

P rofeta del toro al mugir en la puerta, lo dibuja y lo recita; si es bravo o manso, si es bello y noble.

I nspirado pintor del torero, dibuja su traje y su capote, sus pases, su mando, su arte y su temple.

N unca olvida sus amores, su hogar, su _Medellín y su Manizales del alma.

A la que desde todos los redondeles, como a su novia, le lanza enamorado sus piropos de niño y sus besos de abuelo.

M uchacho de ferias también, con mirada de ángel a su bella Macarena en la blanca capilla.

A segurando eso sí, sus parranderos amigos de radio, que en remates es el diablo y el menos santo

R ecia y solemne contextura, picador seguro y en sus puyas, picante.

U n banderillero elegante, dejando en su sitio varios pares de versos a cada toro.

L as verónicas y los naturales lentos en sus relatos, también merecen los olés en los tendidos.

A ntes de darle como los toreros, un beso a cada puñado de arena en esta plaza de sus amores.

N unca en cincuenta años faltó aquí y le duelen las despedidas, cada vez más lentas.

D ando sensación de no querer decir adiós, porque es darle una estocada al corazón.

A migo Ramón, bonachón y sonriente, en este redondel, siempre seguirás siendo el rey

La apostilla: El Padre Escobar Sanz, que don Ramón siempre consideró gran aficionado de hueso colorado, redondea así el postrer homenaje al Maestro cuyas cenizas descansarán desde el 6 de enero en la cripta de la Catedral de Manizales: Dios te lleve de la mano. Gracias del amigo al amigo. A este alumno, la hidalguía del maestro se le grabó en la piel.