18 de abril de 2024

Razones de una acción popular

22 de enero de 2012
22 de enero de 2012

Nunca la provincia perdida estuvo tan abandonada como en los últimos tiempos. Armenia vive su peor época: la que ayer fuera limpia, ordenada y agradable, hoy es muestra de suciedad, desorden, degradación del ambiente y, en síntesis, desprecio por el espacio público. La torpeza, la negligencia, y la ignorancia de la ley, alcanzaron su más vergonzosa expresión en la conducta del que cobró el sueldo de alcalde de Armenia hasta el 31 de diciembre, aunque nunca se lo ganó. En un muro de la infamia debería grabarse la orden que dio a los policías en relación con los vendedores ambulantes, que convierten calles y parques en repulsivo mercado ilícito: “¡No me los toquen!”

Varias veces escribí sobre la urgencia de que “cualquiera persona del pueblo”, ejerciera la acción popular establecida por el artículo 1005 del Código Civil, para defender el espacio público. Finalmente, resolví aplicar el consejo de los abuelos: “¡Manda, haz y serás bien servido!” Por eso, presenté yo mismo la demanda. Lo hice por mi cuenta y riesgo, sin que nadie me pague y sin buscar ninguna retribución en dinero, imposible en este caso.

¿Por qué la presenté? Porque me duele Armenia, me causa dolor su postración extrema y no acepto la indolencia ni la resignación de quienes padecen la ruina del espacio público, su contaminación visual y sonora, y las basuras que lo convierten en muladar pestilente. La ciudad no puede seguir invadida por esa abigarrada y caótica multitud de mercachifles, que venden de todo: mercancías de contrabando, frutas, verduras, comidas, bebidas, electrodomésticos, sustancias alucinógenas, artículos de incierta procedencia.

¿Cuál es la causa de este caos? Al edificarse la nueva plaza de mercado, algunos decidieron no ocuparla y hacer de parques y calles una galería. Y muchos se acostumbraron a comprarles. Luego, como la autoridad no existía, llegaron de todas partes nuevos invasores. Y seguirán llegando, mientras no haya Dios ni ley.

¿Qué pretende la demanda? Para entenderlo, basta copiar algunas de las órdenes que el juez deberá dar a la autoridad municipal:
Que recupere el espacio público, e impida a los que hoy lo ocupan ilícitamente, continuar apoderados de él; que ponga fin a su contaminación visual y sonora, y a la originada en olores nauseabundos.

Que ubique, en la plaza de mercado, construida donde estuviera el cuartel del Batallón Cisneros, a los vendedores callejeros, en los setecientos (700) puestos actualmente desocupados.

La demanda “no tiene la finalidad de perseguir a nadie. Únicamente está inspirada en el bien de la comunidad. Busca el cumplimiento de la Constitución y las leyes, y la primacía de los derechos e intereses colectivos, de superior jerarquía que los que tiene cualquier particular. Nadie está por encima de la ley, y el bienestar de la comunidad es una consecuencia de su acatamiento, porque las normas están al servicio de la gente, fueron escritas y establecidas teniendo en cuenta sus derechos e intereses.”

Es falso que la ilícita ocupación del espacio público acabe con el desempleo: si fuera verdad, Armenia tendría la menor tasa de desocupados, no la mayor de Colombia.

Este es un negocio de algunos empresarios que explotan el espacio común como si fuera propio y se aprovechan de la necesidad de otros, a quienes ponen a trabajar, mal pagados, para ellos.

Confío en que se restablecerá el espacio público. Y mi confianza se fortalece porque veo a la alcaldesa Luz Piedad Valencia comprometida a trabajar por Armenia, a recuperar el tiempo que otros perdieron. El concejo, junta directiva de esta gran empresa, la acompañará para que cumpla su tarea. Y cuando la termine, fortalecida políticamente, podrá acometer una gran transformación urbana, financiada mediante la contribución de valorización. Ella tiene ideas claras sobre lo que la ciudad necesita. ¡Creo que por fin tenemos una administración amiga de la gente!