21 de abril de 2025

Las furias del corazón

22 de enero de 2012

oscar lizcanoCuando todavía la guerrilla de las Farc se encontraba dialogando con Andrés Pastrana en el Caguán, parecía que iban a llegar a un acuerdo. Mi liberación era inminente. Esa esperanza se desvaneció con el paso del tiempo y la llegada de Uribe al poder.

Días después de posesionado Uribe, nos empezamos a mover y tuve que desprenderme de varios libros. Los guerrilleros sabían que me apasionaba la lectura. Sin embargo, me prohibieron cargar algunos de ellos. Estaba seguro que sólo estaría en ese primer campamento y pronto obtendría mi libertad. Pero una noche escuché en mi primer radio, un Sony de 12 bandas, que los diálogos en el Caguán terminaban y Pastrana ordenaba ocupar la zona de distensión.

Al día siguiente recibí la orden de salir abruptamente del campamento. Ahí empezó mi larga pesadilla, que duró casi nueve años, hasta que me les fugué.

Después de una fuerte discusión con el comandante Guillermo , pude llevar conmigo algunos libros de Miguel Hernández, Neruda, Silva, Juan Rulfo y uno que se convirtió en mi alimento espiritual.

Cada vez que caía en la angustia y mi dolor llegaba al umbral más alto, acudí a la lectura de ese maravilloso libro. Fue bálsamo en momentos de desespero como cuando fue secuestrado mi hijo Juan Carlos por el EPL.

" Del sufrimiento a la paz " fue escrito por el sacerdote capuchino, nacido en España, Ignacio Larrañaga.

Cuando acudía al padre Larrañaga, con sus sapientísimos consejos, mi corazón volvía a palpitar de ilusiones. El libro fue mi salvación, nunca supe cómo llegó a mis manos y tras mi fuga me enteré que mi hermana Leticia me lo envió.

Hace poco volví a conseguir una edición. Muchos recuerdos pasaron por mi mente. ¡Ah!, qué emoción, sus palabras hicieron eco en mi alma: "las furias de tu corazón / no podrán hacer nada / para que lo que sucedió, no hubiera sucedido", dice.

Aprendí de él que no hay peor prisión ni más dura esclavitud que una mente ocupada obsesivamente por evocaciones quemantes y complejos torturadores.

Entendí que el sufrimiento hace agonizar al hombre y salvarse significa ir suprimiendo o disminuyendo las fuentes del sufrimiento.

Al fin y al cabo, estamos en el epicentro mismo del misterio humano: soy yo solo y sólo una vez.

Los amigos y familiares pueden estar conmigo hasta unos ciertos niveles de profundidad, pero hay otros niveles en los que asumo toda la responsabilidad o me pierdo, porque a esos niveles no llega ninguna ayuda exterior.

Al final, no existe otro "Salvador" que uno mismo. Los hechos ya están consumados. Aunque viertas un mar de lágrimas, aunque te encolerices derramando amargura como un volcán, todo es inútil; esos hechos no serán alterados jamás. ¿Para qué resistirlos? Déjalos en el olvido.

Al recordar esos hechos les vuelves a dar vida. Es una locura. Solo tú eres el afectado, y sufres. Quienes tanto daño te hicieron disfrutan ahora de la vida alegremente y nada les importa de ti.

Ellos viven su vida y tienen sus propias preocupaciones. Al removerlos en tu recuerdo, solo tú sufres, solo tú te quemas. Estás dándote de cabeza contra los muros irremediables. Es una insensatez. Despierta, y las cosas que no tienen remedio, relégalas al olvido.

Basta de sufrir.