21 de abril de 2025

La prohibición del porte de armas

6 de enero de 2012

armasEl desarme planteado solamente afectará a quienes poseen armas legales, personas en las que de algún modo las autoridades confiaron para permitirles su adquisición. Los demás, los que tienen armas no amparadas y, sobre todo, los que las usan para llevar a cabo una actividad delictiva, se morirán de risa con la medida, porque para ellos la situación no cambia: siempre han tenido armas ilegales y las van a seguir teniendo, sin que exista ninguna posibilidad de control por parte de la policía o el ejército. O mejor, sí cambia, pero en favor de los delincuentes: si se garantiza que los ciudadanos están inermes frente al crimen, lo único que se logra es facilitar su actividad a los criminales, que ya no correrán el riesgo de que sus víctimas puedan defenderse.

Es muy alta la posibilidad de que quienes promueven la prohibición del porte de armas y quienes pueden imponerla, terminen actuando con toda ligereza. Al fin y al cabo, ellos seguirán disfrutando del privilegio de andar escoltados y en carros blindados y no corren ningún peligro. Pero el ciudadano de a pié que ha sentido cierta seguridad  o al menos tiene la posibilidad de intentar su propia defensa, tendrá como único recurso la clásica pregunta: ¿Y ahora, quién podrá defendernos?

Los bandidos tienen todas las de ganar. Los ciudadanos que tienen la esperanza de que un arma propia les sirva de defensa contra los criminales, tendrán que portarla permanentemente, porque les resulta imposible prever cuándo o dónde serán víctimas de un atraco. Si se les prohíbe llevarlas y no obedecen la norma, serán prontamente detectados en cualquier redada de las autoridades. En cambio, a los criminales nunca se le encontrarán sus armas porque solamente las tendrán es sus manos por momentos, mientras cometen su crimen; y luego las ocultarán, hasta próxima oportunidad. O sea que los delincuentes no tienen nada que temer por la prohibición del porte de armas. Por el contrario, me imagino que estarán felices porque, si la medida se impone, se les facilita su trabajo.