28 de marzo de 2024

¡Dios favorezca a la ciudad!

6 de enero de 2012
6 de enero de 2012

Sin embargo, cuando se cuenta con un alcalde o alcaldesa como Luz Piedad Valencia Franco la nueva administradora de la ciudad capital de los quindianos, uno quisiera creer que el concejo de Armenia no será por más tiempo la guarida donde se acogen o refugian sujetos non santos dedicados a atentar contra los bienes y los intereses de la ciudad.

Para algunos concejales en Colombia —incluidos personas escogidas en Armenia para ejercer funciones públicas— dejó de ser prioridad el tema de los servicios públicos que están a cargo del municipio. Todo quedó incluido en un paquete elaborado por coaliciones mayoritarias que lo determinan todo de conformidad con sus conveniencias particulares. Aquí sí que es cierto que se necesita alcalde para que eso no pase como ha venido ocurriendo en la ciudad, con mayor fuerza durante los últimos diez años. Los dos períodos constitucionales de los concejales correspondientes al reciente pasado han sido tenebrosos para la sociedad, pero en la mayoría de los casos ha sido culpa de los alcaldes por no ejercer su autoridad. Unas veces hacen parte del juego perverso que se presenta en estas corporaciones, otras no han tenido autoridad moral y mucho menos ética y profesional para desempeñar funciones con las que han sido honrados por el pueblo.

Los concejales piden dádivas o contraprestaciones en dinero o en contratos y puestos y los alcaldes les han dado gusto. No ha habido quien los ponga en el puesto o lugar que les corresponde. Por ejemplo, en el trabajo orientado a estudiar los planes y programas de desarrollo económico y social y los correspondientes a las obras públicas. En Armenia vamos a confiar en un gobierno menos tolerante y cómplice.

El concejo tiene obligaciones y los alcaldes tienen que respetar las funciones constitucionales y legales de los concejales. Por ejemplo, autorizar al alcalde para celebrar contratos y ejercer precisas funciones, como lo establece la Constitución colombiana.

Los concejales no tienen sino que votar los tributos locales de conformidad con la Constitución y las leyes colombianas. Estudiar y aprobar o negar los gastos locales, del mismo modo que les compete dictar las normas orgánicas del presupuesto de rentas y gastos. Por esa tarea se les paga a los concejales honorarios que están fijados por la ley según la categoría del municipio, pero no tiene el gobierno porqué dejarse chantajear de nadie, ni de bancadas ni de concejales individualmente. Si lo permite una vez se le encamaran los concejales y entonces los alcaldes dan por aceptado que su autoridad va a quedar diluida.

Además, los alcaldes están en el deber de denunciar cualquier extorsión de la que puedan resultar víctimas por actuaciones de los concejales o cualquier actuación dolosa que pretendan miembros de esa corporación.

Los concejales están para debatir asuntos como el relacionado con la estructura de la administración municipal y las funciones de las distintas categorías de empleos, empero como el alcalde es por otra parte el director general de la gestión administrativa, es quien tiene la autoridad para presentar los proyectos de acuerdo y ningún G11 puede aparecerse ante el gobierno a exigir plata o puestos o contratos de ninguna naturaleza.

Que Dios favorezca a la ciudad de más cooperativas, de tramposos con credencial en el concejo. La alcaldesa Luz Piedad Valencia es capaz de quitárselos de encima, de probar que no llegó para convertirse en una señora que se deja manipular de su junta directiva, sino una alcaldesa dispuesta a proyectar una visión positiva en grande para Armenia. La alcaldesa puede aprovechar a los nuevos concejales y demostrarles que quiere acabar con todas las viejas mañas. Crónica del Quindío.