¿Cuál mototaxismo?
Y qué decir de los llamados inspectores de tránsito o kokorikos que se ocultan en los almacenes de la carrera 19 para de un momento a otro salirle en actitudes osadas y peligrosas a cualquier motociclista que transita por esos sectores y verificar si a quien lleva como pasajero es un usuario de mototaxismo.
Redadas impresionantes que estimulan el odio visceral por las autoridades se realizan mientras los cacos hacen de las suyas.
No hay derecho que todo el aparataje del estado se ponga al servicio de una espectacular acción policial para perseguir a unos pobres desempleados, que así estuvieran haciendo un servicio pago, no pasa de ser un hecho marginal frente al desempleo y la falta de oportunidades de esta precaria ciudad ahora meca y nueva potencia de los calls centers.
Esa rutina de perseguir a los indefensos y dejar pasar a los delincuentes es un acto soberbio de los fuertes contra los débiles.
Las reacciones del vocero de los buses o la alianza Tinto, Carlos Alberto Valencia, parece un chiste. Deja entrever que se la pasa por todos los rincones de la ciudad levantando el censo de lo que denomina competencia desleal.
La deslealtad con el pueblo está en aprovechar sus capacidades de manipulación y encerrarse con el alcalde de Armenia, Gilberto López, en un nefasto día de finales de diciembre, en medio de la pea general, a propinarnos un alza desmesurada única en el país en el pasaje urbano. Ahí sí se trata de un acto reivindicativo de los mezquinos intereses de los transportadores del Tinto.
No hubo protestas y los pobres estudiantes, padres de familia y demás damnificados no tuvimos quién saliera a defendernos.
Aquí todo está trastocado, ahora resulta que el andamiaje del estado está a las órdenes de los pobrecitos empresarios del transporte urbano, de Camilo Villegas, Libardo Taborda, Oscar Gómez y Cía. limitada a quienes les defienden sus potentadas chequeras, las mismas que recibirán millones a montones con el alza indebida que nos regalaron en el navideño atraco.
Perseguir a un pendejo que no tiene una panela para sus hijos porque a lo mejor lleva en su motocicleta a una persona por mil pesos, casos que generalmente son eventuales, no pasa de ser un estropicio y una manera de identificar cómo se manejan las cosas en este país de mierda.
Da rabia que mientras los dueños de los buses llenan sus arcas con abusivos aumentos en las tarifas el estado saca toda su parafernalia de represión para joder a quien por naturaleza del infortunio no tiene sino para comprar una motocicleta.
Los motoclistas son unos perseguidos per se. Siempre los confunden con la venta del sofá aquel, les ponen toda clase de limitaciones como si no se supiera que los delitos contra la integridad personal también se cometen por gente de a pie, en bicicleta, o en cuatro por cuatro.
Y a propósito de este vergonzoso asunto, cuándo le pondrán el Cordón de los Fundadores a la empresa Tinto o por no dejar de joder a Camilo Villegas, estos si, por los favores recibidos y por sus desinteresadas acciones en beneficio de la comunidad armenita.
Que cojan oficio y dejen de jorobar que bastante cosas tenemos en esta canasta de necesidades para estar persiguiendo a los motociclistas.
¡No jodan Carajo!