29 de marzo de 2024

En qué quedó el café

5 de diciembre de 2011
5 de diciembre de 2011

Hay un evento del gremio caficultor de ingrata recordación, a propósito del congreso que acaba de concluir, aquel en el que la maquinaria del gobierno Uribe fue capaz de doblegar a los sumisos delegados del país, para que el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros no fuera Juan Camilo Restrepo Salazar. No debiéramos recordar el episodio, por ridículo, porque lo único que logró fue privar al país de un gerente superior para una institución colombiana que merece hombres y líderes superiores.

Pero ese no es el tema, aunque sí tiene que ver con los estados actuales de la caficultura. El Quindío fue uno de los departamentos líderes del país en materia cafetera, tanto fue así que voceros del gremio quindiano presidieron en varias oportunidades el congreso cafetero colombiano.

Hoy ya no tenemos el mismo poder y ni siquiera figuramos como en el pasado en los programas de renovación y dinamización de la caficultura. Este año que va a terminar dentro de 26 días, ejecutores de programas de renovación fueron los cafeteros de Santander, Huila, Valle del Cauca, Tolima y Caldas. El Quindío ya no aparece en las grandes ligas de la caficultura del país y este factor contrario a lo que la caficultura ha representado para la región, nos baja el ánimo.

Los departamentos citados son ahora y de acuerdo con las cifras y estadísticas de la federación, los de mayores incrementos en las labores de cambio de cafetales viejos por la variedad Castillo que a juicio de los que saben de café en Colombia, es la que mejor tolera el ataque de la roya razón por la cual se hace más productivo.

Ahora bien, pese a todo, el grano símbolo de la agricultura quindiana sigue propiciándole al país ganancias muy positivas desde el punto de vista social, como que 553 mil familias dicen mucho del café y de los cafeteros de Colombia. Estamos hablando de café sembrado en 914.000 hectáreas, se imaginan lo que sería el café cuando las hectáreas sembradas iban mucho más allá de las ahora conocidas. Eso hacía que nos sintiéramos un país orgulloso de su vocación y estirpe cafetera.

Llegamos a contar con cafeteros tan verracos como Martiniano Montoya Franco, el comprador de cosechas en el Quindío, el mismo campesino de la tierra que ponía desde aquí el punto de referencia para la oferta de pago nacional al grano colombiano.

Ahora sí que vale la pena escuchar el bambuco de Iván Cocherín y Carlos Botero Herrera, Sangre de café. “Ya se acabó la cosecha, la cogedora se fue, de mi alma su pena acecha y el corazón en la brecha, llora sangre de café. Ya no iré más su cantar con que mi vida alegraba, tampoco podré besar, abajo en el cafetal, so boquita de guayaba”.

Afortunadamente otros departamentos del país, entre ellos Caldas perteneciente al Eje Cafetero y al paisaje cafetero regional patrimonio de la humanidad. El año pasado, los departamentos que ahora son líderes renovaron 70.774 hectáreas, este año, la renovación superará las 102 mil hectáreas. El café quedará en eso en el presente año, pero dentro de dos años, habrá una gran reactivación.

La federación está trabajando a toda máquina y gracias a ese impulso, el organismo nacional que maneja y defiende los intereses del gremio caficultor espera que al finalizar el año las hectáreas renovadas de café, supere la cifra de las 120 mil.
El café quedó pues este año, por lo menos hasta este momento, con muy buenas o por lo menos con mejores perspectivas para el próximo año.

Los congresos del gremio, en cambio, son hoy en día más apachurrados. No tienen el tinte alegre y optimista del otro día, cuando el Congreso iba más allá de la presentación de cifras halagüeñas para los cafeteros y hacia de su reunión en Bogotá toda una fiesta nacional. Lo cierto es que mucho ha cambiado, por supuesto la economía cafetera, pero es que además, algo va de Arturo a Jorge y de Jorge a Luis Genaro, una cosa fue con Silva y otra cosa es ahora, cuando todos están silbando semitonados.