20 de abril de 2025

De las deudas pendientes (I)

11 de diciembre de 2011
11 de diciembre de 2011

El Aeropuerto Matecaña es la empresa municipal que nos genera mayor inquietud, pues sólo restan 16 meses hasta abril de 2013, fecha en que perdería la categoría “internacional” si no están listas las obras de adecuación que exige Aerocivil.
Durante el gobierno municipal que ahora termina, aparte de la renovación de la carpeta asfáltica de la pista,  con auxilio económico del gobierno nacional, se le hizo muy poco al  aeropuerto y como tampoco se había hecho nada en los 4 años anteriores, se completaron 8 años de parálisis.
Este gobierno le construyó un nuevo cuartel de bomberos, que no era prioritario;  contrató el plan maestro, que dijo que el aeropuerto era viable por muchos años más; compró parte de los inmuebles  necesarios para ampliar la pista, contrató el diseño de una nueva terminal, que probablemente no será construida y  contrató una banca de inversión, con la promesa de una prima si conseguía  el dinero para la remodelación.
Hace casi 6 meses que se cumplió el plazo de este trabajo y aún  se desconoce su resultado.
Nada se hizo para resolver el verdadero problema del aeropuerto que es la necesidad de ampliar la pista en sus dos extremos.
La invasión del espacio público se agravó durante la gestión del actual alcalde, a pesar de haber estado muy cerca de una solución concertada.
Se desperdició la oportunidad porque la administración le dio largas al asunto, hasta que su falta de acción frente a sucesivas oleadas de  nuevos vendedores y la decepción de los inicialmente comprometidos hicieron imposible la solución del problema. Hoy no queda ni credibilidad, ni capacidad económica,  para resolverlo.
Quedó inconcluso el programa que pretendía acabar con las “carretillas” o “zorras” tiradas por caballos, aunque se formuló un plan para dotar a esos transportadores de “motocarros” y liberar a los caballos, el triste espectáculo de animales agobiados por su carga sigue visible en calles y avenidas de Pereira.
Queda otra deuda diferida, derivada de la terquedad, más que culposa, del municipio; que mantuvo el “pico y placa” extendido, con el único fin de “cuadrarle la caja” al Instituto de Tránsito, aunque desde el principio fue evidente que su incidencia en agilizar el tráfico de la ciudad era irrelevante porque las vías realmente congestionadas, fuera del centro, tuvieron que eximirse de la medida.
Cuando el final del gobierno se avecina aún tiene pendiente la exhibición de las cifras en que se sustentó la ampliación  del “pico y placa”.
La semana próxima completaremos este inventario de deudas pendientes.

JAMES FONSECA MORALES
Director Ejecutivo
Corporación Risaralda Ética