29 de marzo de 2024

¿Qué dejan las elecciones?

5 de noviembre de 2011

Lo segundo, es la importancia que tomaron las regiones. Del antiguo nombramiento de gobernadores cuando ninguna manifestación se producía, se pasó a la autonomía pero sin poder, luego a ser importantes por el poder político, y ahora a ser poderosos por la capacidad de manejo económico. Esto se refleja en el crecimiento de la participación en los comicios –llegando a tener asistencia igual o superior a las elecciones de Congreso- pero infortunadamente también en los violentos actos en donde hay cuestionamientos sobre la pureza del proceso.

Es muy relevante dentro de ese panorama que las candidaturas ‘cívicas’ en las más importantes circunscripciones y bajo diferentes modalidades (social, en Cali con Guerrero o en Atlántico con Segebre; política, en Antioquia y en Medellín con el tándem Gaviria, Fajardo; administrativa en Barranquilla con Elsa Noguera) le hayan ganado a las de gamonales políticos.  

Como factor individual particular se debe señalar hasta dónde la presencia de Álvaro Uribe sí contó. No se trata de ‘al caído, caerle’, pero la relación entre los candidatos apoyados por él y los resultados que obtuvieron muestran claramente una incidencia inversa: entra más protagónica y con más compromiso fue su vinculación, peor les fue. Quienes normalmente tendrían opción o más que opción de triunfo (Peñaloza, Martha Pinto, el conservatismo antioqueño) fueron descalificados por los electores.

El caso de Bogotá no debería ser distorsionado: la elección de Petro no es un pronunciamiento sobre la corrupción (de los 17 concejales acusados 11 salieron electos) sino corresponde a los mismos electores que habían escogido a Lucho Garzón y Samuel Moreno. La izquierda liberal, la izquierda extrema pero democrática – o sea el Polo no político – se pasaron a ‘progresistas’ porque ese es su sitio natural. Lo que sucedió en Bogotá no es una novedad sino una continuidad.

Petro tuvo la gran habilidad de escoger ese nombre y ubicarse en ese espacio vacío de liderazgo, pero no creó un movimiento sino recibió el voto de un electorado en estado de orfandad. También tuvo la gran ayuda de la vinculación de Uribe a la candidatura de Peñalosa. Y como es obvio, intentará reproducir este efecto a nivel nacional; con grandes posibilidades de éxito mientras en la dirección del Partido Liberal (o más correctamente en la administración y abusando de una vocería ilegítima) continúen la mismas personas y la mismas orientaciones que lo llevaron a su práctica extinción; y mientras el Polo o la extrema izquierda no logre dar más importancia a sus coincidencias que a sus diferencias.

Perdedores, en su orden: el sistema democrático o de partidos, Uribe, el Partido Conservador, el Partido Liberal, el Partido Verde, el Polo, el Partido de la U.
Ganadores: Cambio Radical, los candidatos ‘cívicos’.

Y en cuanto a sus expectativas de proyección nacional:

Pierden: Peñalosa, Lucho Garzón, Mockus, David Luna.

Ganan: Petro, Fajardo, Carlos Eduardo Galán, Gina Parody. El Heraldo.