De camaleones
Y no se puede confiar en estas personas que tienen como norte una evidente enfermedad de mutar cual larva en transformación.
Son dueños de un cinismo que raya en absoluta impersonalidad.
Usted los ve cual filipichines en cuanta boda o cursilería se atraviese. Son miembros de todas las juntas donde aparecen silvestres y no escapan a una que otra ‘obra social’ donde puedan sacar los chismes del momento porque a la hora de los balances son los prototipos clásicos del rumor y la maledicencia.
En nuestro departamento son identificables a la legua porque su caminar saltarín, aunque de cuando en vez también levitan, los hace perceptibles así la distancia sea considerable. Son notorios por sus conocidos amaneramientos que van desde una mano en alto para sorprenderse por el rumor aquel o una ligera inclinación de cabeza, especialmente hacia el lado izquierdo, cuando dejan un hálito de sorpresa por el acontecimiento ritual de una mañana cualquiera.
Son extravagantes. Son expertos en engendrar odios o descalificar a porrillo porque si de alguna cosa presumen es de su calidad de oráculos.
En calendas electorales son más notorios que de costumbre.
Previamente descalifican a destajo a quienes, según sus propias entendederas, no tienen los ornamentos exigidos por su pretendida y encumbrada clase social. Tienen la manía de olvidarse de dónde provienen y aseguran su estatus en la soberbia de creerse de mejor familia.
Una vez son elegidos los agraciados comienza el tránsito veleidoso de ir reptando lenta pero perceptiblemente hacia el regazo de los nuevos dueños del poder.
No sienten rubor, ¡Pero qué van a saber de esas cosas terrenales! Ahí se ratifica lo que todos sabemos. Son despreciables especímenes sin carácter. Se asimilan con facilidad porque el zig zag es la clase de danza tras las presas en oportunidad del zarpazo.
Pero más grave aun es que los elegidos se postran ante los sobrevinientes halagos de los antiguos detractores. Por eso es que estamos tan mal. Porque la falta de criterio y carácter es de lado y lado y los cínicos existirán mientras los aupen quienes siendo víctimas de sus fauces caen en la misma extravagante situación de estos animalejos. Todos son camaleones que reptan unos de derecha a izquierda y los otros viceversa.
La condición humana de ciertos especímenes.