28 de marzo de 2024

La última lidia de Don Ramón

9 de octubre de 2011

Bautizado “El Insobornable” desde sus inicios en la radio, por Pablo Emilio Becerra, el presentador por excelencia de la legendaria Voz de Antioquia, este fenómeno de la radio comenzó a formarse a puro pulso, muy joven, cuando eligió la comunicación de masas y desistió de su incipiente condición de novillero que hacia la primaria con unos amigos toreando de pueblo en pueblo, en rústicas plazas que amenazaban ruina.

Este antioqueño nacido hace 83 años en Versalles, corregimiento del municipio de Santa Bárbara, entendió que su sitio en la fiesta que siempre ha defendido con vehemencia no estaba en la arena del circo, frente al toro, muleta en mano, sino en el palco de transmisión, en el callejón de la plaza, sin montera, coleta, ni traje de luces.

La reseña del Maestro Ospina fue toda una cátedra de sabiduría taurina que disfrutaban por igual los espectadores de audífono, desde los tendidos, y los aficionados que seguían las incidencias de cada corrida a través de la radio, fuera de la Monumental. Como se quedaba con el 90% de la sintonía, pregonaba lleno de ufanía que “la manta estaba tendida”. Su voz era un eco amplificado en los tendidos y en las calles.

Sorprendía con sus predicciones desde el redondel: “Este toro de Dos Gutiérrez va a rodar sin puntilla” (y rodaba)… “Atentos que este ejemplar tan abanto puede dar un salto al callejón” (y saltaba para espanto del respetable)… “El toro de Aguas vivas está a punto de enganchar a Cáceres por el pitón  izquierdo” (y lo enganchaba)… Sabía anticiparse a la decisión del palco presidencial sobre los apéndices con los que se iba a premiar la faena.

Fue tan profesional en su oficio que en la mañana, antes de cada corrida, iba a Toriles (o patio de chiqueros) a analizar con ojo clínico, durante el sorteo,  el encierro que sería lidiado en la tarde por los diestros.

La opinión de Don Ramón era acatada por la mayoría de  sus colegas de oficio, así como por toreros, mozos de espadas, apoderados, ganaderos, empresarios y la afición. Sus memorias taurinas han quedado plasmadas en cuatro libros, el primero de los cuales hizo al alimón con su gran amigo y colega Hernán Restrepo Duque. Los dos mantuvieron una sólida amistad sin eclipses.  

Don Ramón siempre ha reclamado respaldo para nuestros toreros, pero no por ser colombianos sino por ser buenos toreros… Se pasó la vida desparramando conocimientos taurinos en cada transmisión o en las tertulias en la que los aficionados llegados de todas partes le hacían rueda para solazarse con su rico anecdotario.

Así como el sacerdote se siente realizado, en el cénit de su carrera eclesiástica, cuando va a Roma y participa en la audiencia general con el Papa, en la espaciosa Plaza de San Pedro, nuestro Don Ramón se dio el lujo de “oír misa” en catedrales del toreo mundial como Las Ventas, de Madrid, donde presenció el buen suceso de la consagración de César Rincón, y  en La Real Maestranza, de Sevilla, donde vio torear al legendario Paco Ojeda. También disfrutó de su gran pasión en circos tan postineros como los de Nimes, en Francia, y Lisboa, en Portugal.

En su última lidia, en la Clínica Las Vegas, de Medellín, donde está recluido hace 12 días, el Maestro ha reafirmado su determinación final:  que sus cenizas descansen en la cripta de la Catedral de Manizales, muy cerca de las que sus amigos entrañables Pepe Cáceres y Ernesto Gutiérrez Arango.

La apostilla:
Si La Intrusa le gana la partida, sus herederos recibirán en enero próximo el Cordón de la Feria que el gobierno manizaleño le confirió a comienzos de este año. Lástima que el reconocimiento al mejor amigo de la ciudad le haya llegado un poco tarde.

Posdata: Don Ramón Ospina falleció el 15 de octubre de 2011. Esta nota es un recordatorio con motivo de la Feria Taurina de Manizales 2014.