13 de febrero de 2025

Más candidatos que campaña

2 de agosto de 2011

No se sabe a ciencia cierta si el presidente Uribe pueda incidir o no en la decisión del alcalde para Medellín. Lo más probable es que la ciudad se siga dividiendo entre un grupo empresarial y otro grupo de inversión nacional. Los temas urbanos no tienen relevancia, todos como en fuente ovejuna hablan y pregonan lo mismo: metro plus, parques bibliotecas, el tranvía por ayacucho, la internacionalización de la ciudad, temas para una ciudad, que tiene que invertir, inventar donde gastar, la tanta plata que tiene para derrochar. Y no es para más, con un presupuesto anual de miles de millones que son billones.

Triste registrar que no hay ideas políticas sin plata. Sin comenzar en forma las campañas y ya todos comienzan como por arte de magia a sacar plegables, avisos y vallas sin autorización de la registraduría. Las campañas son cadenas de oración que buscan con certeza convencer a los más fieles seguidores que lo que se hace y se piensa es por la ciudad y sus habitantes. Nada de componendas, esta o aquella otra campaña, son lo mismo con distinto color o aroma. La decisión del voto esta precedida de miles de acuerdos por debajo de la mesa y de favores en beneficio del candidato. Los más opcionados no se sabe si responden a un partido político o a un grupo empresarial que piensa mucho en los billones de la ciudad.

Las campañas políticas importan y mucho. Deberían importarnos más de lo que participamos. Un buen concejal es fundamental, un líder de barrio es sagrado y no lo decimos en el termino teológico sino en lo practico y provechoso para una comuna. Para su desarrollo urbano y social. Si tomáramos más en serio la participación en política, en las decisiones mínimas de una ciudad, como la de elegir un concejal, no nos quejaríamos tanto de los malos manejos de los funcionarios que tienen la responsabilidad de cumplir con sus obligaciones. Un concejal hace control fiscal, presenta propuestas, otros calientan silla y se ufanan de montar en carro oficial, de tener programa radial o de devengar sueldo de cátedra en universidad.   

Las elecciones en Medellín se ganan siempre y cuando se derrochen billetes verdes como los llaman en una canción. Ningún candidato se atreve a manifestar abiertamente el ideal de ciudad. La ciudad parroquial, que quiere ser metrópoli, de un conglomerado de municipios que no avanzan por las difíciles condiciones de ser montaña.  La ciudad región que crece según los habitantes que monten en metro. Vaya estadística del siglo XXI.

Así, las cosas como van, no se gana con el partido político. No se necesita partido político. Se necesita un grupo empresarial, ya no se tiene la fuerza que algunos llaman oscura y a la luz del día se sabe quiénes obran con nombre y apellido.  Se necesitan firmas que avalen una candidatura. Se necesitan líderes que apacigüen la barbarie en las comunas. Es por eso que ahora, se presentan más campañas que candidatos.