Bonilla, un portero de peso
“Tenía 8 años y jugaba de delantero en Once Caldas, le daba bastante duro a la pelota”, cuenta el actual portero de Boyacá Chicó a FIFA.com. Quienes le vieron marcar goles en aquella época afirman que se trataba de un proyecto de artillero potente, interesante… y rellenito. “Era muy gordito, por lo que un día le dije a mi papá que quería entrar en una posición donde no tuviera que correr tanto y me metí en el arco. Y bueno, aquí estoy hoy, representando a mi país que es el orgullo más grande que me pueda tocar”, completa.
Parce mentira que esa historia parta de los labios de Bonilla, con 1.87 de estatura y un físico tan parecido al de Oscar Córdoba. “En verdad comía mucho, pero me sentía flaco. Aunque ahora, cuando veo fotos de esa época, creo que los demás tenían razón. ¡Estaba hecho una bolita!”, rememora entre carcajadas.
En la cancha, sin embargo, las risas no forman parte de su repertorio. Serio, concentrado y hablador, este admirador de Carlos Henao ha resultado clave en el desempeño de un equipo que esperanza a todo un país. “Mi trabajo es silencioso, callado, pero sé que he hecho las cosas bien”, reconoce. Y vaya si tiene razón: desde que el francés Gilles Sunu lo sorprendiera con un impresionante disparo, Bonilla ha acumulado ya 249 minutos sin recibir goles.
“Si tuviera que ponerme un puntaje, diría 8 puntos hasta ahora. Me sentí con tranquilidad y seguridad. Pero no me gusta que se me nombre como figura, prefiero ser un obrero más dentro del campo”, afirma uno de los dos futbolistas más jóvenes del plantel.
Cábalas, penales y algo más…
Proveniente de una familia de futbolistas, Cristian tiene claros sus objetivos. El primero pasa por ganar la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA, claro, aunque para eso deberá comenzar a desandar un duro camino en octavos de final. Costa Rica, el rival inminente, sabe a qué atenerse: “El que se nos ponga adelante en el terreno de juego, se encontrará con un equipo que saldrá a atacar y a demostrar sus condiciones”.
Sin embargo, el portero también sabe que no hay lugar para errores y que deberá dar la cara por los suyos si el empate se mantiene a lo largo del partido. “Estoy motivado en caso de que haya penales, porque me fue muy bien en la final del Esperanzas de Toulon. Ese día atajé dos ante Francia y ganamos el título”, advierte quien suele estudiar a los ejecutantes rivales a través de vídeos.
Alto, potente y seguro en el juego aéreo, Bonilla tiene además otro rasgo inconfundible: los pantalones largos. “Me gustan y me hacen sentir bien, pero es más cábala que otra cosa”, reconoce. Y si bien no se los quitaría “ni aunque nos toque jugar en el calor de Barranquilla”, es consciente de que su principal virtud se encuentra en sus cualidades técnicas bajo los tres palos: “Soy un portero completo, con distintas cualidades. Se me ha comparado con Oscar Córdoba, lo que representa un gran orgullo para mí, aunque creo que tengo algunas cuestiones de estilo propias bien marcadas”.
Antes de despedirse, Bonilla se permite un juego más: cerrar los ojos e imaginar qué estará haciendo el próximo 20 de agosto. “Me veo en la cama, tranquilo, esperando la final. Y después me veo saliendo campeón y recibiendo el premio de la FIFA al mejor arquero del Mundial. Ese es mi objetivo personal”. ¿Algo más? Sí: “Salir a festejar con mi familia que tanto amo. Ellos tienen mucho que ver en que hoy esté aquí”. Vaya si tiene razón.