Alma máter, vicio, apretar, por parte de
por Efraim Osorio López
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En inglés se les dice ‘alma mater’ a las instituciones educativas, desde las de secundaria (High School) hasta las de estudios superiores (College, University). Califican también así a las madres adoptivas. Entre nosotros, según la Academia de la Lengua, el calificativo de ‘alma máter’ se emplea sólo para designar la Universidad, ‘madre nutricia’, como lo expresa el señor Óscar Tulio Lizcano en el siguiente período: “La Universidad de Caldas hace parte de una red de universidades que lleva el sonoro y sublime nombre de Alma Mater –para los griegos significa en esa lengua madre: Alma Nutricia o que alimenta” (LA PATRIA, VIII-5-11). Las dos palabras, ‘alma’ y ‘máter’, no fueron tomadas del griego, doctor, sino del latín. La primera, de ‘anima’ (aire, soplo, viento, aliento, respiración, ánima, alma, espíritu, principio de vida); la segunda, de ‘mater’ (madre, nodriza, maternidad). Para consuelo del doctor Lizcano, el latín recibió del griego las dos palabras: ‘anima’, de ‘anemos’ (viento, aire, movimiento del ánimo, volubilidad, inconstancia); y ‘mater’, de ‘meter’ (madre, tanto para animales racionales como irracionales; país o ciudad natal; fuente, origen, causa). Según el diccionario de María Moliner, la expresión de marras literariamente “se aplica también a la persona que impulsa o da vitalidad a algo”. Las universidades, por lo tanto, y todas las instituciones educativas reciben merecidamente ese calificativo, puesto que son ellas las que les dan a sus miembros, unas, el alimento intelectual que necesitan para crecer como seres humanos; y muchas otras, además, el espiritual que requieren para su vida dedicada al servicio de Dios y del prójimo. ***
No hay vicios buenos. Los habrá agradables y placenteros, pero no buenos. Hay quienes afirman, por ejemplo, que no hay nada como un cigarrillo después de un suculento almuerzo; para otros, esta sensación sólo es superada por la que se siente con la combinación de tinto y cigarrillo. Y, ¿recuerdan ustedes, los viejos, la película “Fumando espero”, en la que Sarita Montiel cantaba “Fumar es un placer genial, sensual…”? Sin embargo, todos los que saben, y los que no, sostienen que “fumar es perjudicial para la salud”. Y por esto, se le llama ‘vicio’. Porque es nocivo. Y cuando decimos que algo está ‘viciado’ expresamos que en aquello de que se trata hay un elemento malo. Razón por la cual es pleonástica la locución ‘vicio malo’ en la siguiente oración: “La idea es alejar a los jóvenes de los malos vicios y de los peligros de la calle” (LA PATRIA, pie de foto, “Atrapados por el arte”, VIII-6-11). Con la supresión de ‘malos’ la redacción habría quedado que ni hecha por encargo. O, también, para este efecto, el cambio de ‘vicio’ (“falta de rectitud o defecto moral en las acciones”) por ‘hábito’ (“modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”), porque éste sí puede ser bueno o malo. ***
Aun el periódico de la capital de la República, El Tiempo, castizo en un aceptable porcentaje de sus ediciones, comete errores garrafales de cuando en cuando, por ejemplo, en este titular de su página económica, The Wall Street Journal Americas: “Empresas y consumidores se apretan el cinturón y elevan riesgo de recesión en EE.UU.” (VIII-11-11). Esto es que el verbo ‘apretar’ es irregular, y se conjuga como ‘acertar’, es decir, ‘aprieto, aprietas, aprieta, apretamos, apretáis, aprietan’. Si ustedes, señores, analizan la frase del Bolillo Gómez, “estoy en un aprieto el berraco”, deducirán la irregularidad del maltratado verbo. Y que el entrenador de la Selección Colombia recuerde el refrán “Dios aprieta pero no ahorca”. Y perdona. ***
Estuve de ronda por el pabellón de los infectados por la peste del ‘por parte de’. Estaba repleto. Tanto, que no pude entrar. Vi clérigos, políticos, gobernantes, profesores, periodistas y profesionales de todas las disciplinas, amas de casa, choferes, candidatos, etc. Hablé, sin embargo, con uno de los que de allí no salen, me parece que era un comentarista deportivo (porque todos estaban allá), quien me comentó que no hacía mucho había estado recluido el escritor Héctor Abad Faciolince, cuya muestra positiva fue la siguiente: “Asistimos a un pánico irracional por parte de los viejos gurús que, como suele suceder, desprecian lo que no conocen” (Revista Cierto, VI-3-11). “No estuvo mucho tiempo, me dijo, porque parece que en él la enfermedad no es crónica”. Me contó también que había visto al periodista Herney Ocampo Cardona, el 7 de junio, y que después supo que su espécimen positivo había sido éste: “Fueron muchos los cultivos que (en Santa Rosa de Cabal) fueron arrasados por parte de un vendaval” (Caracol, Radio Pereira). “No lo he vuelto a ver, pero creo que por ahí debe de andar”, dijo. Finalmente, me habló de una periodista, también de Pereira, y cuyo nombre olvidó, que llegó también al pabellón con esta terrible muestra positiva: “La mujer que iba en una moto que resultó lesionada está siendo atendida por parte del hospital”. “De urgencias la llevaron directamente a ‘Cuidados intensivos’. Es muy posible que esté allá todavía”, concluyó.