Que Chávez no se muera
No resultaría conveniente que Chávez abandonara el poder, al que tanto se ha aferrado y del que ha exprimido hasta el último centavo de la mano de su pintoresca y cleptómana familia, como consecuencia de un cáncer y no por la vía del voto popular como corresponde.
Estaríamos frente a un precedente nefasto para la historia política de Venezuela y del mundo, porque el verdugo se transformaría en víctima, y no hay nada más peligroso que un victimario victimizado.
Por cuenta de un hecho humano lamentable, sin duda, se borrarían de tajo todas las barbaridades infligidas al Estado de Derecho por Hugo Chávez y sus secuaces. La gente olvida fácilmente, nuestros pueblos no tienen memoria y por eso se merecen su suerte y están condenados a repetir sus errores.
Venezuela tardará por lo menos 50 años en recuperarse del nefasto legado social, político y económico chavista que hoy padece. La involución a la que sometió Chávez a sus conciudadanos es sobrecogedora. Venezuela es un país destrozado por el odio, la corrupción y la pobreza.
El gigante de antaño es un lánguido pigmeo, que muere de hambre por la implantación a los coñazos de un modelo económico-social fracasado hace muchos años en el resto del mundo. Lo más complejo y lamentable es el grado de polarización de la sociedad venezolana, que hoy se encuentra absolutamente fragmentada.
Los gobernantes están llamados a unir y a cohesionar a sus pueblos, no a dividirlos y exacerbarlos. “Las cosas malas pasan por algo; lo mejor es lo que sucede”. El fatídico ejemplo de Venezuela servirá para que el mundo entero entienda que no hay nada más perjudicial para una democracia y el desarrollo de un país que el populismo caudillista. ¡Qué costosa enseñanza!
La oposición venezolana es débil y difusa. Si quieren derrotar de verdad a Chávez no pueden apostarle a su muerte o a las vías de hecho; tendrán que actuar mancomunadamente, dejando las vanidades personales de lado, en procura de lo que le conviene al país, con un líder importante a la cabeza que convoque a la unidad nacional, con el único fin de rescatar la democracia de las fauces de un régimen claramente absolutista. En el mundo de hoy no hay lugar para los gobernantes que desconocen la ley y persiguen a los que piensan diferente.
Venezuela y Colombia son países siameses, que tienen un
vínculo indisoluble, porque el uno requiere necesariamente del otro para subsistir. Cualquiera que llegue al poder en Venezuela tendrá que mantener unas buenas relaciones con el Gobierno colombiano. Un demócrata sería en todo caso un mejor aliado.
No quiero que Chávez se muera. Lo justo es que salga del Palacio de Miraflores como llegó: por decisión de las mayorías y que sea procesado por sus sistemáticas violaciones a la ley y al Derecho Internacional Humanitario, como se lo merece un sátrapa de su envergadura.
Espero sinceramente que la enfermedad de Chávez desaparezca, al igual que el cáncer de la dictadura en Venezuela.
La ñapa I: En los Estados Unidos también hay falsos positivos. El proceso contra el francés Dominique Strauss Kahn es prueba de ello.
La ñapa II: Resulta muy extraña la abrupta salida del Fiscal de los Nule.El Heraldo.