La poeta Agueda Pizarro Rayo y el agro
Cerca de 70 mujeres de todo el país – Manizales, Pereira, Armenia, Palmira, Santander de Quilichao, Popayán, Barranquilla, Bogotá, Cali, Medellín, Tunja… – leyeron su creación poética en un aporte contemporáneo a las letras colombianas. Y 300 nos congregamos. Y los hombres – esposos, compañeros, hijos, hermanos, amigos – nos aplaudieron.
Recitales como los de la bellísima antioqueña Olga Helena Mattei, poeta mayor con una profusa abundancia de poemas cuidadosamente seleccionados por temáticas, son inolvidables. Viajamos entre las rosadas puertas y paredes pétreas de la ciudad Petra y recibimos el sol reflejado por las piedras-lozas de los emperadores-dioses de Egipto. La Quindiana Martha Elena Hoyos Escobar nos hizo entrar en una dimensión desconocida, allí donde vamos muy pocas veces detrás de una voz y una canción. Homenajes a la Almanegra Lucrecia Panchano del Pacífico, hacen temblar el auditorio como una hoja ante el huracán.
Es el momento de la lectura. Una vez la poeta es llamada al frente, el maestro de ceremonias presenta una breve reseña de quien leerá a continuación. Es allí cuando la obra de Águeda Pizarro Rayo se abre como un abanico español. Allí está la voz de todas las mujeres de Colombia, representada. Y de todos los oficios y profesiones. Y de todos los sectores económicos de esta tierra maravillosa.
Y aparece el sector agropecuario. Son las mujeres agricultoras, las que cultivan la tierra para obtener los frutos que llevarán a la mesa familiar. Son las mujeres de las tierras frías, como las guambianas de Silvia, Cauca. Con las mejillas sonrosadas revelando las mañanas de neblina y de naturales cámaras hiperbáricas, ordeñan, pescan en sus estanques, hacen las mingas con sus compañeros preparando en enormes ollas los alimentos para todos. Hilan la lana de las ovejas y con sus manos artesanas tejen sus ropajes y escriben poemas.
Ahora en sus mochilas tejidas viajan los cuadros de Omar Rayo. La Serie “Tizón de Fuego”, en color crudo, negro y rojo, fue una de sus fuentes de inspiración. El libro de Villegas Editores, publicando 2000 obras de Omar Rayo, sirvió de muestra. Y cada mujer guambiana repasó sus hojas, leyó con sus manos el grabado de su inspiración, acarició los cuadros y los tejió para el bienestar de su pueblo. Oigo a Juan José llamar mi nombre. Y escucho: “….ingeniera agrónoma…..”. Allá voy yo. Firme al llamado de Águeda Pizarro Rayo, volando entre nubes, lista para leer mis nuevos poemas y el preferido esta vez:
ATTA
Hormiga
Todo lo antenea.
Todo.
Pulsación permanente.
Olfatea
Rastrea
Tantea
Caracolea
Tira buzonea
Pampea
Todo.
Las vibraciones de los colores.
Las dormideras
Los dientes de león
Los pensamientos.
Sube a la cúspide del árbol casco-de-buey florecido
Y lo tantea todo
Y lo saquea todo.
Todo lo antenea.
Y se llena de barro
hasta el prognoto
con el herrumbroso hierro hidratado color magenta,
con el azuloso hierro oxidado color meteorito mojado,
con la Caolinita
y la Montmorillonita.
El intercambio catiónico de las arcillas la tiene sin cuidado.
Ya conoce del Universo
el polvo de las estrellas.
Se topetean
Tope-tas-tope-tas-tope-tas-sean
Tope-tope-topetean
La antena de la hormiga termina en forma de clava.
Hay marcha de redoblantes
en mi cabeza
*Ingeniera Agrónoma, Universidad Nacional de Colombia. Mestre, Universidade Federal da Bahia, Brasil. [email protected]