Josué Martínez Montoya, nuevo presidente del Comité de Cafeteros del Quindío
El nuevo directivo tomó el cargo en reemplazo del coronel retirado José del Carmen Prieto Valencia, quien lo ocupó durante más de 10 años.“No podemos olvidar de dónde venimos. Recuerdo que en la escuela cantábamos el himno de Caldas, que decía ‘caucanos, vallunos, tolimenses y paisas’; esa es la raza, y no la podemos cambiar. Hay que entender que en la caficultura primero está la parte social para que se pueda dar producción, y en este sentido debemos tener en cuenta el matriarcado que ha dominado la zona cafetera, no el caficultor sino la caficultora, venimos de esa cultura de ‘si señora, bueno señora’.
En Filandia y Quimbaya adelantamos un programa donde le damos rienda suelta a las mujeres, para que ellas mismas miren qué van a hacer con su producción. La madre quindiana era la que luchaba para que uno estudiara, era capaz de robar mercado para que el hijo estuviera en la universidad”, expresó.
Subrayó la importancia del acceso al crédito como factor determinante para el éxito del sector. “La agricultura, y no sólo la caficultura, se basa en el crédito, porque ningún negocio prospera sin capital. Este elemento tiene que cumplir con tres condiciones: que sea suficiente, que sea oportuno y que sea barato. Nos tocó a los cafeteros del siglo XX la época más mala de la actividad, que fue cuando se rompió el pacto cafetero y dejamos de producir.” Sin dudarlo, Martínez Montoya señaló al Estado colombiano como el responsable de las dificultades relacionadas con la banca comercial.
“La banca colombiana es lo más ilógico que haya conocido y el Estado no ha hecho nada. Cuántos millones se gana cada año este sector, mientras que los ganaderos, los cafeteros, los porcicultores, los avicultores, todos estamos ‘llevados del Patas’. He hecho este llamado desde hace 13 años en los Congresos Nacionales Cafeteros: la caficultura con pobreza no existe, se necesita del capital que genera trabajo. Cada hectárea puede generar 3 ó 4 trabajos directos pero es el Estado el que le tiene que poner cuidado. Ahora vemos como mucha gente se va para España y Estados Unidos a trabajar, mientras que los que se quedan se educan para manejar un taxi o para vender chance, porque el Estado es indolente permanentemente con la población”, relató.
Sin embargo se mostró confiado con el control que actualmente se le aplica a la prevalencia de roya en cafetales del departamento. “La roya llegó al país en 1970, lo que quiere decir que la tenemos desde hace más de 20 años. Lo que pasa es que nos descuidamos cuando se dañó el negocio en los 90 y ahora la plaga encontró un palo débil porque no lo alimentamos. Pero eso no puede volver a pasar, si fuera tan brava hace mucho rato habría acabado con la caficultura en Colombia, lo que pasa es que nos cogió en una etapa en la que no le poníamos cuidado porque no era rentable”.
Asimismo habló del momento histórico en el precio internacional del grano, el cual calificó con un ejemplo cotidiano: “Un litro de leche vale menos que una botella de agua embotellada. De la misma manera el café tiene un buen precio mientras sea suficiente para que una familia viva con dos o tres hectáreas. No podemos especular, la Federación Nacional de Cafeteros ha enseñado cerca de doce prácticas para bajar costos y deberíamos aplicarlas”, concluyó.