29 de marzo de 2024

La ciudad, una sola cantina

18 de junio de 2011
18 de junio de 2011

Para numerosas familias vivir en el centro de la ciudad se convirtió en sufrimiento permanente; los niños, ancianos y en general los grupos familiares del sector no tienen porqué ser víctimas de la bajeza, la ruindad y las expresiones vulgares que se practican desde tempranas horas de la noche —todos los días— y sin control de las autoridades.

Granujas y pícaros se mezclan en el desarticulado y desagradable ambiente nocturno de Armenia. El exagerado volumen de los equipos de sonido; los beodos caminantes por el mundo del vicio en condiciones degradantes, la prostitución entre otros sucios y diversificados factores.

En Armenia se están ahuyentando las familias residentes cerca de esos negocios y las que no han tomado la decisión de hacerlo, sencillamente tienen que soportar el asqueroso ambiente porque no es fácil la economía en una ciudad con el 20% de la gente en capacidad de emplearse, sin un puesto de trabajo que haga posible conseguir con rapidez la solución a los problemas que la comunidad tiene que afrontar sola, ante el desgobierno, la incapacidad oficial y la mal entendida tolerancia de administraciones populistas e irresponsables.

El centro se llenó de ordinarios establecimientos públicos de diversión que hoy funcionan en primeros pisos de edificios residenciales. El municipio enterró sus propias normas, las escondió para dejar que se violaran y dejó a la comunidad a expensas del alcohol, las drogas y la prostitución que hacen parte de la vida nocturna de la ciudad. Ya no se necesita en Armenia secretaría de Gobierno toda vez que aunque vigente en la estructura orgánica del municipio, nada hace y para nada sirve. Todo lo que tiene que ver con esa dependencia funciona a la deriva, a tal extremo, que los escándalos públicos se escenifican en cualquier lugar.

La decencia desapareció, porque los hábitos de escuchar música, de reunirse en familia o con los amigos para tertuliar alrededor de buenas costumbres se vulgarizaron totalmente en Armenia, por falta de autoridad, de gobierno, de altruismo moral y de respeto por la sociedad. Las familias no tienen derecho al sueño, porque la administración autoriza la apertura de cantinas, bares o prostíbulos donde los interesados quieran y sin ningún tipo de restricciones.

En la avenida Bolívar con calles 11 y 12 norte, hay negocios que no tienen porqué funcionar en una zona residencial. Puntos urbanos que por razón de las normas en un Estado de derecho no pueden contaminarse con establecimientos públicos cantineros, pero en Armenia no pasa nada; no hay autoridad capaz de hacer cumplir las disposiciones que regulan el devenir diario de la ciudad y que prohíben la ocupación del espacio público y los escándalos que afectan la tranquilidad de la sociedad en general. La comunidad debe estar protegida por normas municipales que con seguridad existen, pero que no se cumplen por el evidente vacío de autoridad que se presenta.

En las horas de la noche en estos negocios se hacen escándalos, se hace uso excesivo e indebido del espacio público. Los andenes en cualquier lugar del mundo son la vía de los peatones; en Armenia sirven para que quien quiera extralimitar sus derechos, lo haga, con la ventaja de que no existe autoridad que los controle. Lo de la avenida Bolívar sucede todos los días, especialmente los fines de semana, ahí los sitios conocidos, permanecen “en la vía”, para que se entienda mejor “donde siempre” donde parece que se estacionaran inexplicablemente hasta “siete estrellas”. Generalmente en la ciudad, la confusión y el desorden son absolutos.

No será fácil mostrar una cara limpia y sobre todo que se manifieste con una conducta decente y ordenada. Nos aterra desde ahora que durante el Mundial de Fútbol Sub 20 Fifa 2011 tengamos que pasar por una total decepción, con el sentimiento de ver lo contrario de lo que hemos anhelado para la ciudad nuestra y la de los mayores que afortunadamente no tuvieron que ver este desastre.