30 de noviembre de 2023

César Mejía Urrea, ¿alcalde de Armenia?

5 de junio de 2011
5 de junio de 2011

Cuya causa proviene de los desatinos administrativos en los servicios públicos vendidos a operarios privados y los delirios de grandeza neronianos de varios de sus alcaldes hoy esculcados por la justicia, por actuaciones delictuales que conmovieron la conciencia pública y que registra la sanción social del comentario picante, correlativa con la medida punitiva que aplica la justicia.

Es la hora de los balances y la moral pública está en entredicho en el municipio. Empero no todo es un desastre, la oficina de Planeación Municipal, los cuadros de proyección urbanística con presupuestos importantes para la inversión “ciudades amables”, se salva. No pueden ni deben ser botín de los inescrupulosos caballeros de industria que esperan con sahumerios sus tajadas. Saltimbanquis para sus piruetas circenses en los contratos. Todos se preguntan quien será el nuevo alcalde, porque la ciudad no resiste más la leyenda negra de su primera autoridad, donde no funciona el cedazo sino el colador con ampliados agujeros.

¿Qué pensara el señor gobernador, quien debe tener todo tipo de presiones de sus asesores externos, advenedizos y adventicios?

Ayer viernes ocasionalmente encontré en la misma ruta hacia destinos divergentes al ingeniero civil César Augusto Mejía Urrea, le pregunté sobre su legítima aspiración de acceder a la alcaldía, mediante el voto popular. Le aconsejé, sobresaltado, que no se subiera a ese potro de los tormentos como candidato.

Más tarde, meditabundo me dije no importan los argumentos amicísimos en superlativo, cuando la ciudad lo requiere en primera fila desde las congojas acumuladas por el despiporre de los alcaldes o administradores.

Que sea el nuevo Cincinato – héroe romano de la antigüedad llamado para libertar la ciudad de sus enemigos – para que con su experiencia administrativa, su cimentada fama de excelente parlamentario, su efigie de hombre público eficiente, estrujado por un clamor generoso de la sociedad opuesta a la politiquería purulenta tradicional, entone el himno marcial de ser el adalid de una causa democrática noble.

Sería el más legítimo de los contradictores de sus antagonistas o adversarios partidistas, su causa sería cívica, para todos los estamentos y los tejidos sociales. El mejor de la cantera de mármol, que sustituiría sin oportunismos, los candidatos, in pectore Ramón Jairo Gómez Jaramillo, Luis Fernando Velásquez Echeverri, Orlay Muñoz Marín, Juan Narváez Gómez de quienes ya se había hecho precaria apología.

Ellos jamás se dieron por aludidos públicamente, porque entendieron que eran añoranzas nobles e ilusorias de una utopía. Lejos de arredrarme opino como nuestro director Jorge Eliécer Orozco, que es la hora suprema de la responsabilidad para sacudirnos del clientelismo. Aceptemos en forma estoica los retos históricos de nuestro tiempo, revivamos los ancestros ideológicos de convivencia para una ciudad moderna que tiene la prioridad de mostrarle a la nación que hemos levantado la bandera de la reivindicación histórica del honor y la honra.

Queremos un alcalde como César Mejía Urrea. “Que vuelva la luz a la poterna porque hay un guardián en la heredad”. Crónica del Quindío.