28 de marzo de 2024

Las pilatunas de doña Salud.

12 de mayo de 2011

Este conjunto de valores sagrados, inalienables e inconmutables son los que engrandecen e inspiran respeto y consideración al periodismo, en general, y al periodista, en particular, lo que obliga a los Estados democráticos a brindar una protección eficaz, tanto en su integridad física, como de garantías para el ejercicio libre de la profesión.
Don GUILLERMO CANO, hombre ilustre de gran templanza y periodista insigne, prefirió entregar su vida a merced de las balas asesinas que callar o ser connivente con las mafias del narcotráfico; asimismo, tuvo el valor de divulgar, con la prueba a la mano, los manejos oscuros de algunos grupos económicos, debiendo afrontar la furia de éstos lo que llevó a El Espectador en ese entonces al colapso financiero. Este es un paradigma que debe servir como un dechado para cualquier periodista. ¡In memoriam!.    
Se debe este introito a la lectura de un artículo publicado el pasado domingo en el diario El Tiempo de la autoría de Salud Hernández Mora. No pretendo convertirme en agente oficioso, advirtiendo sí que el ex presidente Samper no ha sido el santo de mi devoción, pero cuando un columnista o periodista o un simple ‘bloguero’ utiliza este escenario para publicar denuncias, al oído de una autoridad competente, contra una persona determinada debe hacerse de manera clara, precisa y concisa, sin recurrir a eufemismos.  
La corrupción como tal es una conducta delictuosa y dolosa, su acción y efecto es corromper. En la acepción de la Real Academia Española de la Lengua, en el campo de lo público, es la práctica que consiste en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores. La corrupción es una gama de conductas nocivas para la sociedad.
El artículo en mención, no solo sorprende, sino que desconcierta en sumo grado por su ambigüedad, ya que no se hace alusión a un hecho concreto, pero sí a una generalidad que lo deja a uno en un estado de ’nefelibatismo’ impresionante: “Hay personajes que fueron semilla de corrupción y ahora dictan cátedra de moralina”, refiriéndose al ex presidente Samper por sus foros “Café País”, y adiciona el escrito con una perla de mayúscula gravedad cuando lo sindica de “falsario” por desaparición de pruebas.
La señora Hernández de manera ingeniosa le da al ex Presidente una simpática doble condición delincuencial: ser corrupto y ser semilla o germen de ella, o sea, practica la corrupción y es a la vez catequista y propagador de la corrupción. Su masa corporal se convierte en un caldo de cultivo cuyo efecto es corromper o  volver todo a su paso “pútrido”.
La libertad de expresión es un derecho fundamental o derecho humano que quedó plasmado en 1.948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, del cual se desprende la libertad de prensa y contiene unos deberes y obligaciones, tanto para quienes reciben información y opiniones, como para quienes la dan, sin sujeción a censura pero si a una responsabilidad ulterior que se fija expresamente en la ley para asegurar respeto a los derechos o la reputación de los demás en su honra y dignidad..
Doña Salud. ¿Cree Usted que el ex presidente Ernesto Samper Pizano, fue en otrora una persona corrupta, y, además, germinador de esta endemia? ¿Cree que el ex Presidente está hoy resocializado? ¿Cree al doctor Samper capaz de cometer una falsedad en documento para desaparecer una prueba? ¿Está Usted segura de la veracidad de lo que escribió?
La libertad de prensa y de expresión no puede convertirse en la mampara para injuriar y atropellar a los demás, sobre todo cuando se actúa sin  conocimiento de causa, o éste es muy superficial o temerario.

Apostilla: Los hermanos están en el segundo grado de consanguinidad.  

Manizales, Mayo 12 de 2011.