29 de marzo de 2024

Política de crecimiento, complejidades

10 de abril de 2011
10 de abril de 2011

Como lo advertí el viernes pasado en El Tiempo, el sector industrial, uno de los que más aumentó su productividad, pasó de emplear casi 31 por ciento de la mano de obra en 1990 a menos del 20 por ciento en los últimos años. Buena parte de su ganancia en productividad proviene del paso a tecnologías más intensivas en capital y menos en mano de obra.

El problema de una política exitosa de crecimiento económico con aumentos de la productividad, que ayude a que la economía crezca más aceleradamente, es que requiere promover al mismo tiempo el crecimiento y la capacidad de generar empleo del sector industrial e inducir aumentos grandes en la productividad agropecuaria y la de los sectores de servicios que absorben mano de obra con baja productividad, que están entre los más caracterizados por la informalidad.

Esa política tiene que ser muy distinta a la “política industrial” que piden algunos sectores proteccionistas. El proteccionismo impone un sesgo fuerte contra las exportaciones, y se necesita exportar mucho más, particularmente bienes industriales. La protección excesiva también limita el crecimiento de los sectores productivos porque producen para el mercado local y están limitados en su crecimiento y el aprovechamiento de las oportunidades de especialización y de las de escala, que quedan supeditadas al tamaño del mercado doméstico.

Para que la productividad promedio total creciera al 1 por ciento anual con las productividades y las tendencias vistas desde 1990, el sector industrial tendría que haber crecido alrededor del 60 por ciento más desde 1990, mantenido su participación en el empleo, 11 puntos por encima de su nivel actual. Esto no lo pudiera haber hecho sin un crecimiento grande de las exportaciones, con sus impactos positivos en ingreso, consumo y ahorro.

Esto no sucedió pero hubiera sido muy deseable por su efecto sobre el empleo total y porque estaría la economía en un círculo virtuoso. Colombia no lo ha experimentado porque –además- continúa la migración de la mano de obra del campo a las ciudades, empujada por la violencia. Se impulsó mucho al sector de la construcción, pero no se obtuvo un desarrollo industrial exportador que absorba productivamente la nueva mano de obra urbana. Tenemos un sector industrial mucho más productivo que hace 20 años, pero no creció lo suficiente para absorber la mano de obra que sobra en las ciudades, aumentada por la migración suscitada por la inseguridad rural y el desplazamiento forzado. Es necesario modificar las tendencias que impulsan el cambio estructural en el sentido contrario al que se necesita, para que la mano de obra fluya a los sectores más productivos de los menos productivos y para que estos aumenten su productividad y su producción.

Se dan algunos pasos en la dirección correcta, pero hay obstáculos. Los más prominentes son el comportamiento de la tasa de cambio, la inseguridad regional, la falta de una estrategia exportadora y la lentitud de los gobiernos para ejecutar.