Maestra Cafam, a la calle
Sonia empezó a trabajar en el magisterio local, por contrato, en 1999. Desde el 2005 la nombraron en provisionalidad. Allí desarrolló un extraordinario compromiso con niños de la calle, a quienes buscaba y convencía de la necesidad de educarse, llevándolos a su salón de clases, con labores sábados, domingos, festivos. Son niños de la calle, recicladores, tirados en andenes ‘metiendo vicio’, mendigos o con trabajo disfrazado en los semáforos, perdidos en la indiferencia, en la miseria y la ignorancia. Por el trabajo de Sonia, muchos de ellos terminan hoy su bachillerato y otros inician su etapa universitaria. Todo lo hacía amparada en el programa “La escuela busca el niño”, ideado por estudiantes y docentes de la universidad del Quindío y adoptado por la alcaldía de Armenia.
Sonia concursó para tener un nombramiento en propiedad, y perdió el examen. Entonces la sacaron del puesto. Como si estas pruebas examinaran la sensibilidad, la voluntad y el amor por los niños desprotegidos. La echaron a la calle, la dejaron sin empleo, casi en la misma condición de los niños que ella protege. Ella es madre cabeza de hogar de tres niñas. Ante un clamor general, en diciembre pasado, se le concedió el beneficio de seguir como docente en provisionalidad, pero se le exigió que debería trabajar en preescolar y, además, conseguir, el 26 de diciembre, los 29 niños para abrir el grupo. Y lo hizo, pensando que vinculada, después de su trabajo con los preescolares, les dedicaría tiempo a sus niños de la calle. Pero vaya sorpresa. En enero le avisaron que no iba a ser nombrada. ¿Qué dice la secretaría de Educación? Que perdió el concurso y por tanto no le pueden dar trabajo. Sin embargo, el gobierno local nombró o ratificó a 70 maestros en provisionalidad, menos a Sonia, por supuesto.
¿Por qué no la nombraron? Hace pocos meses, después de ganar el Premio Nacional Cafam a la Mujer, una alta funcionaria de la secretaría de Educación de Armenia le reclamó a Sonia porque ella no mencionaba en sus entrevistas locales y nacionales, en los medios de comunicación, a la alcaldesa Ana María Arango. Le dijo que el programa de “La escuela busca el niño” era de la alcaldía y no de ella, de Sonia. Mejor dicho, le expuso argumentos bochornosos de celos, pre avisándola. Sonia jamás llevó un padrino político para que la nombraran en provisionalidad. Y, por supuesto, este año electoral, tampoco. Y le cobraron como lo hacen los mediocres y mezquinos.
Esta mujer fue premiada por personas de alto entendimiento en el país como Nidia Quintero de Balcázar, presidenta de la Fundación Solidaridad por Colombia, Juan Lozano, ex ministro de Vivienda y Medio Ambiente; Germán Santamaría, embajador de Colombia en Portugal; María Teresa Peressón de Riaño, una de las creadoras del Premio Nacional Cafam a la Mujer, y Ana María Busquet de Cano, esposa del inmolado director del diario El Espectador Guillermo Cano. Frente a ellos, no perdió el examen de maestra.
La escuela deberían de enseñar, más allá de la física y la química, los valores humanos, aquellos que nos sensibilizan y nos hacen como Sonia Quintero, seres humanos incluyentes, que no pasamos indiferentes frente a la miseria y la ignorancia de los demás, y mucho menos frente a los niños, aunque perdamos los exámenes que nos pone la Alcaldía. La Crónica del Quindío.