24 de abril de 2025

La somnolencia radiofónica

6 de marzo de 2011
6 de marzo de 2011

Ahora que las principales cadenas del mundo radial ya no son las colombianas, pero se mantienen entra las cinco màs importantes; los críticos radiofónicos denuncian mediocridad en la producción de los contenidos de las cadenas y las radios independientes. Y resulta un contrasentido que esos mismos críticos hayan iniciado un alud de comentarios descalificadores en contra del funcionario de Caracol Francisco Dolo, de nacionalidad española, la misma de los actuales dueños de la cadena. Este personaje ha sido señalado despectivamente por retirar del aire a vacas sagradas de varias décadas al frente del micrófono y querer enviar al matadero de la jubilación a otros proximanente, entre esos Hernan Pelaez y Dario Arizmendi. ¿Me pregunto: còmo se hace una renovación, sino es promoviendo nuevas figuras en esos mismos espacios?.

Por supuesto, estas decisiones conllevan un riesgo, muchas veces alto, pues el hacer surgir nuevos personajes de cubilete, implica dejar expuesta una vulnerabilidad, porque no existe ninguna garantía de alcanzar el mismo éxito o continuidad. El único patròn de seguridad empresarial es el posicionamiento y el hàbito de escucha de la radio entre sus oyentes. Un caso verdaderamente escandaloso resulto ser la contratación de Francisco Santos como conductor del espacio prime time de RCN en reemplazo de Juan Gossain, quien dignamente encontró en momento propicio de su retiro. Pacho Santos le diò un sesgo político al informativo haciendo retroceder a la radio sesenta años; hasta las nefastas épocas del bogotazo, cuando a la radio se le señalaba por su ardiente politización y se le considerò una de las causas de la revuelta popular, por lo que le retiraron las licencias a la mayoría de las estaciones.

En otras ocasiones, estos mismos críticos señalan al estado, especìficamente al gobierno, por la ausencia de controles que filtren la indecencia, el manejo del idioma y otras actitudes, en una visión de intolerancia increíble con sus propios colegas. Es dejar el camino expèdito y allanado a la censura oficial. Por ejemplo el excelente columnista William Calderòn ha expresado varias veces su nostalgia por las “monitoras”, oficinas manejadas personajes que se la pasaban escuchando las emisoras para agarrar gazapos e impartir oficios para establecer multas y sanciones, especialmente en Bogotà.  Pero que en otras ciudades por ejemplo, se hacia por medio de quejas escritas y presiones políticas, de estas, varias sanciones a Edgar Perea fueron cèlebres.

Resulta incomprensible entonces, que existiendo una necesidad de plantear nuevos formatos y estilos en la radiodifusión, no se le de oportunidad a los nuevos. Si son ciertos los dramáticos recortes de personal en Caracol, eso es otra cosa; también censurable, porque demostrarìa que la responsabilidad social de Caracol es con la sociedad española y no con la colombiana; pues obedece a una crisis económica y laboral que se vive en la península ibérica y se hace con el objetivo de disminuir costos y aumentar la rentabilidad, para insuflar las otras empresas del oligopolio Prisa.

Gustavo Gaitán Thornee es docente de Ciespal, autor de los libros Guayaradio y Desafios de la radio en el siglo XXI. Radica en Guayaquil donde mantiene la columna de crìtica La Guillotina Radial. Puede comunicarse con [email protected].