El precio de la vanidad
De no haber sido por un reclamo valiente de ciudadanos y de expertos ambientalistas, no se hubiera detenido un proyecto que conducía paulatinamente a un detrimento de nuestra biodiversidad y de los recursos hídricos del país.
El artículo 34 del nuevo Código Minero establece que las zonas de páramo están excluidas para cualquier tipo de explotación minera. ¿Cómo es posible entonces que Greystar haya invertido 150 millones de dólares en este proyecto? Esta multinacional está presionando al gobierno para que le otorgue la licencia ambiental que corresponde a 122 mil hectáreas de páramos, donde ya había hecho inversiones. ¿Cómo es posible que el gobierno le hubiera permitido ensillar sin tener el caballo? Según los campesinos, compraron todas las tierras, así que ninguna se puede trabajar para la agricultura.
La minería a cielo abierto impacta negativamente. Trae consecuencias para la salud de los habitantes. El empleo se afecta y, con él, las sociedades. Además, alrededor estarán los grupos guerrilleros, paramilitares y bandas criminales que ya están extorsionando a estas empresas. De su cuota, depende que los dejen trabajar o no allí.
Lo más preocupante es que el actual gobierno, para efectos de la financiación del Plan de Desarrollo Nacional, tiene presupuestados los ingresos que por este concepto y otros, generaría la explotación de los páramos.
La Universidad de Harvard, en un estudio realizado sobre este tema, plantea que se debe terminar con la minería a cielo abierto en las zonas montañosas, recuperar los lugares en donde se ha adelantado y garantizar que las fuentes de aguas ubicadas sean seguras para el consumo humano. ¡No es para menos! Semejante agresión ecológica arruina las fuentes de agua, contamina, modifica el comportamiento del suelo y altera el tapiz vegetal.
Una vez aprobado el nuevo Código Minero por el anterior gobierno, proliferaron empresas de explotación, especialmente de oro. Esta proliferación pasó frente a las narices del Ministerio del Medio Ambiente y del actual ministro de Minas, Rodado Noriega, quien acuciosamente acude a los cocteles que realizan las multinacionales para recibir a algunos de los grandes empresarios del sector minero. Curiosamente, Noriega propone rebajarle los impuestos a la minería.
Carlos Torres, geólogo, señaló que "la minería a cielo abierto emplea grandes cantidades de cianuro y como parte del proceso se cavan cráteres hasta de 150 hectáreas de extensión y 500 metros de profundidad. La cantidad de agua utilizada puede superar la consumida en un día por una población de 600 mil habitantes".
Bien lo ha venido denunciado el exministro Manuel Rodríguez. Producto de esas graves denuncias, optó por decirle a su esposa que jamás le regalará oro. Después de estudiar juiciosamente el problema, ha comprobado que para sacar una onza de este metal, hay que remover de 70 a 100 toneladas de material y que del 70 al 80 por ciento de la producción mundial se destina a la joyería con el propósito de "satisfacer la vanidad de los hombres y las mujeres".